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Ambición, modestia y serenidad


Qué difícil es conjugar estos tres mundos: la ambición, o sea, las ganas de seguir creciendo; la modestia, humildad necesaria para enjuiciar las situaciones con perspectiva; y la serenidad, paciencia y tranquilidad que antepongan el temple a la exasperación, el crédito a la desconfianza.
Estos últimos días han ejemplificado de una forma perfecta hasta qué punto es capaz de rotar la vida en un abrir y cerrar de ojos. "Borracho de sombras pasajeras, el hombre se merece el castigo de estar cambiando siempre de sitio", escribió el francés Charles Baudelaire.
Así, el Sevilla, máximo exponente de la felicidad por su mayúsculo triunfo en el derbi, vive otra vez angustiado y sus jugadores, azotados de palabra por Del Nido a base de adjetivos como lamentable o desastroso después de lo del Calderón. El objetivo del Sevilla no debe ser otro que Europa porque Europa no es inalcanzable, pero las exigencias sobre este grupo de futbolistas no pueden ser las mismas que soportaban sobre sus hombros Luis Fabiano, Kanouté, Alves, Renato y cía. La realidad actual es muy distinta, inestable, y, aunque los sevillistas son conscientes de la misma, la mirada que le arrojen debe contener el cambio. Diez meses no son nada y el proyecto de Míchel sigue vivo y con absoluta vigencia, no debería probarse cada semana, es pronto. Suerte para él que el derbi le da oxígeno extra. Hay quien dirige su mirada a Monchi, que se ha caracterizado por sacar frutos de terrenos aparentemente áridos, pero en la tesorería sí que falta el aire y el club, a día de hoy, va camino de sudar petróleo. Y eso hay que tenerlo presente.
La ambición, la modestia y la serenidad van conjugándose no solo en relación a la historia sino que están condenadas a mostrarse en el frenesí del tiempo presente.
Ese tiempo que, en un margen de seis días, hace a los béticos sentir un profundo ridículo, caer avergonzados a los pies de su eterno rival y les permite superar la frustración por la más cruel de las derrotas con la más inesperada de las victorias. El 'CurroBetis' es ese que cae cuando parece tener equilibrio y se levanta, con faenas como la que brindó ante el Real Madrid, cuando da síntomas de estar hundido. Hablar de Europa, en este caso, es distinto y precipitado. "Todo poder humano se forma de paciencia y de tiempo", dejó escrito el estadounidense Ralph Waldo Emerson. De ambición, también, pero paso a paso. El recuerdo del último descenso es muy reciente y el miedo, fresco; ningún bético debería, por tanto, desdeñar el premio que está viviendo ahora, es solo que el escarnio del derbi agitó las almas verdiblancas hasta el punto de que muchas perdieron la noción de lo que ocurre actualmente, con el equipo situado entre la nobleza.
Con Pepe Mel sucede algo especial. El club es consciente de que el entrenador es un guía en Heliópolis: mantuvo la paciencia hasta límites extremos el año pasado y la confianza en él crece a diario, tanto que lleva a Guillén a hablar de 'Melguson' pocos días después de la humillación que supuso el derbi. Ejemplo de templanza, que tanta falta hace.
 

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