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El romanticismo de Kameni

Ismael Touat


En un fútbol cada vez más mercadotécnico y menos romántico son de agradecer gestos como el de Carlos Kameni. El meta camerunés ha rechazado el contrato de su vida en Inglaterra por continuar disfrutando con su familia de la luz de la Costa del Sol aun cobrando bastante menos. Kameni llegó poco antes de que se cortara el grifo catarí y hasta el verano pasado tuvo un sueldo Champions. Ya entonces se lo bajó a la mitad. "¿Para qué me voy a ir? Sí, ganaré mucho más dinero pero al llegar a casa vería caras de tristeza y me partiría el alma". Habrá Kameni hasta 2020.
Es cierto que su decisión de rebajarse los emolumentos en 2014 añadida al fuerte interés del Watford y su buen rendimiento futbolístico ha generado una mejora de contrato, pero nada que ver con lo que habría ingresado en la Premier League. No cabía otra cosa con Kameni, quien ha cumplido notablemente desde que Javi Gracia le diera la titularidad. Amén de los argumentos deportivos, escuchar a Kameni es una delicia para aquellos que piensan que el fútbol también sirve para formar y educar a personas.
Kameni seguirá defendiendo la portería del Málaga y su hijo Luka continuará marcando goles con el alevín. Quien ve al pequeño Kameni cada fin de semana le augura un futuro esplendoroso. El futuro de su padre hasta que cuelgue los guantes parece ligado a los colores blanquiazules. El suyo es un ejemplo de que cuando existe voluntad hay lugar para el entendimiento. El club no quiso ni dialogar cuando a Toulalan o Joaquín se les abrieron las puertas aun no queriendo estos marcharse. Amrabat no dudó un segundo en hacer la maleta cuando vino el Watford a por él. El valor de los gestos. El de Kameni es de oro.

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