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Es Noticia

La vida en un minuto

Ricardo Rosety

Creo que fue el partido en el que más haya sufrido en mi vida. Se me hizo largo, eterno, y no recuerdo esa sensación de vértigo que significaba no ganar. No recuerdo asumir un descenso, sino el sufrimiento por una victoria vital. El Sporting ganó en Valladolid un partido que, si se juega diez veces, en nueve pierde por 4-1 en el marcador.

 
Fue en la penúltima jornada de aquella Liga que suponía el regreso a Primera, con un final de temporada con muchas similitudes con el actual. Fue el partido de la mano de Cuéllar. Fue la mano de todos a aquel disparo de Canobbio. Cuando ya no se sabía como había que defender apareció el portero extremeño para evitar una catástrofe. La primera señal de un partido irrepetible. El guardameta sigue defendiendo al Sporting, y enfrente volverá a encontrarse con Pedro León, titular en aquel Valladolid. Pero también fue el encuentro de la cabeza de Bilic. Se la puso Maldonado para que el delantero croata uniese su nombre a la historia reciente del Sporting una vez más.
Bilic se convirtió en Mate porque mientras vistió la camiseta rojiblanca nadie marcó goles tan importantes y tan trascendentes como los suyos. Para este croata nacido en Split, pero tan gijonés como la Cuesta del Cholo, la tarde noche de aquel sábado de mayo no se borrará de su memoria. Le confesó a Javi Barrio en una entrevista en El Comercio que se prometió a sí mismo que ese Sporting no bajaría en el mismo momento en que pisó el césped de Zorrilla con 1-1 y el público cantaba aquello de “a Segunda, a Segunda”. Poco saben que apenas un año y medio antes, nada más llegar a Gijón, prometió que ese equipo subiría a Primera unos meses más tarde. Estaba convencido en pleno mes de enero. Son promesas que cumplió.
No sé si aquello era más difícil que lo del domingo en el Coliseo Alfonso Pérez. Diría que es mejor ni compararlo porque sirve de poco. Sé que las cuentas que hemos hecho todos se han quedado cortas. Asumo que cada partido puede variar las posibles combinaciones porque así ha pasado en las últimas jornadas. Lo que podía valer hace cinco minutos ya no vale porque ahora el rival es otro. Y cada vez es más evidente que a la última jornada hay que llegar dependiendo de uno mismo porque hemos visto resultados que ni siquiera imaginaríamos en la jornada 19. Lo demás son cuentas y cuentos chinos. Y sino que se lo pregunten al Eibar después de ver como el Depor empataba el año pasado en el Camp Nou ante el equipo del Triplete y consumaba su descenso sólo salvado por las deudas del Elche. Ganar y sólo ganar. Como en Valladolid. Aunque sea agónico. Porque la vida te cambia en un minuto.

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