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'Papá' Mel crece con su 'hijo' Betis


Pepe Mel se ha convertido por méritos propios en una parte fundamental del proyecto nacido hace tres años en Heliópolis. Hay quien lo considera el alma, otros le añaden los pulmones e incluso lo ven el cerebro. Da igual la parte del mecanismo humano que acoplemos a su importancia en el Betis, la realidad es que este Betis no se entiende sin Mel y así lo piensan también en la planta noble del Benito Villamarín. Su renovación es una hipoteca a cuatro años donde gana mucho el club por atar a una piedra angular de esta singladura exitosa, y también triunfa el entrenador porque se asegura estabilidad en un mundo tan volátil como el futbolístico.
Mel ha acertado mucho más que se ha equivocado, es evidente. Ha sido capaz de adaptarse al Betis y el Betis a él. Nada tiene que ver su carácter impulsivo que sacaba a relucir con demasiada asiduidad, con el mensaje más sosegado y de club que nos ha dejado esta temporada. Hablo de forma genérica, porque a veces se ha salido de este guión, como todos los entrenadores a lo largo de una temporada. Y digo que Mel ha sido capaz de adaptarse al Betis en varias facetas. La primera ya comentada es el temperamento. Ha aprendido a contar al menos hasta cinco, comprendiendo la línea dialética que Miguel Guillén estila desde la presidencia. La segunda en lo deportivo. El Betis de esta temporada, y si me apuran desde mitad de la anterior, poco se asemeja al equipo alegre y vistoso de los comienzos de esta era. Por norma general su fútbol es más sobrio y efectivo que efectista y suicida. En tercer lugar ha empleado el mando adecuado en el vestuario. No era fácil conjugar a un equipo con muchos fichajes, cedidos en su gran mayoría, y con el futuro incierto para muchos de los que ya pertenecían al club. Eso también es clave. Y en cuarto lugar no se ha vuelto loco con la cantera. Le da su sitio cuando se puede y se lo ganan, no de cara a la galería.
Mel sabe que esto es fútbol, aunque deteste las críticas. Quizás por ello ha sido el más cauto de todos en la temporada más ilusionante que se recuerda. En eso, también ha madurado mucho. En realidad él lo definió a la perfección el lunes: "Me siento como un padre que quiere crecer con su hijo y verlo incluso casarse". En ese proceso, los padres no solo tienen la virtud de enseñar, sino también el privilegio de aprender. Si me apuran, hasta sea más lo segundo que lo primero.

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