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Es Noticia

Perricas y chufletes

Desolación tras la eliminación (Foto: Daniel Marzo).
Jorge Oto

Quizá no sea todo tan complicado. Tal vez, el fútbol no haya evolucionado tanto como nos creemos y todo se base, simplemente, en marcar un gol más que el contrario. Puede que la fortaleza defensiva no sea tan indispensable sobre todo en Segunda división, categoría tradicionalmente asociada a una férrea retaguardia como primer paso hacia el éxito. A lo mejor no solo el dinero da la felicidad sino un buen gestor de lo poco o mucho que se tenga. Todas esas conclusiones estarían avaladas por un somero análisis de la tabla clasificatoria de la temporada recién concluida. Porque ni los más poderosos económicamente ni los menos goleados han ascendido a Primera División. De hecho, Rayo y Huesca afrontaban la campaña con el sexto y decimoctavo límite salarial más alto de toda la categoría, respectivamente y Numancia y Valladolid se jugarán la última plaza hacia el cielo con el décimo y el decimonoveno. Barcelona B, Granada y Osasuna, los más poderosos económicamente, han fracasado en sus respectivos objetivos.

La temporada 2017-18 también ha cuestionado el axioma de que para salir camino del cielo primero hay que cerrar la puerta con candado. No, tampoco es cierto. Cádiz y Osasuna han sido, de lejos, los menos goleados y ni siquiera han sido capaces de alcanzar la promoción de ascenso. Por contra, el Valladolid, máximo artillero del campeonato, está en la final del playoff, y el Rayo, segundo equipo más goleador, ya está arriba.
Así que destierren verdades absolutas. No solo hay un camino hacia el paraíso y las dinámicas son mucho más poderosas que cualquier teorema. El Valladolid, de la mano de un gran entrenador, ha llegado a la fase clave en plena forma física y mental demostrando, una vez más, que un relevo en el banquillo no solo no es traumático sino necesario e incluso decisivo siempre en función del nivel del sustituto elegido. Sergio González es un claro ejemplo de ello. Como Sandoval en el Córdoba o Bordalás el año pasado en Getafe. O Abelardo en Primera con el Alavés o tantos otros buenos técnicos capaces de revertir una nefasta tendencia hasta llevar a sus equipos al éxito.
Sí, las dinámicas son más determinantes que cerrojos o presupuestos. O pregunten en El Molinón, feudo de un Sporting incapaz de levantar cabeza desde que cayó en La Romareda. O en Carranza, donde ese Cádiz impenetrable como una roca dejó patente que la mejor defensa no garantiza nada.
No es así siempre. Cierto. De hecho, puede que estemos ante una excepción, ya que, tradicionalmente, los equipos menos goleados y los más poderosos económicamente han obtenido una mayor tasa de éxito. Es así, pero quizá convendría no conceder tanto a nuestras obsesiones. Ni el más rico sube siempre ni lo hace el más robusto. No hay perfiles únicos para ser los elegidos. Quizá sea más trascendente llegar bien y, sobre todo, ser valiente. Quizá.

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