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Es Noticia

La lección del Huesca

Jorge Oto

Camina gallardo y orgulloso el Huesca por la Segunda División para regocijo y gozo de los aragoneses. También de la mayoría de zaragocistas, aunque muchos se empeñen en tratar de dejar bien claro lo contrario. Tan cierto es que el Huesca es mucho mejor equipo esta temporada que el Real Zaragoza como que el historial y prestigio de los blanquillos no permite comparación alguna con la hoja de servicios de la escuadra vecina. No hay rivalidad posible, pues, más allá de la normal entre dos equipos que compiten en una misma categoría y del pique entre aficiones, a veces, eso sí, envuelto en insultos y desconsideraciones de unos hacia otros o viceversa.

El fútbol otorga licencia para abrir debates y entablar discusiones. La defensa a ultranza de unos colores suele combinarse  con el ataque al otro o a entender cualquier ensalzamiento de lo propio como un desprecio a lo del vecino. Así se entendió desde algunos foros que el presidente del Huesca, Agustín Lasaosa, asegurara, horas antes del derbi en el Alcoraz, que el Huesca de esta campaña dispone de mejores futbolistas que el Zaragoza. Se entendió desde algunos sectores que aquellas declaraciones estaban adornadas de cruel oportunismo hacia un rival ya herido de muerto por entonces. Escocieron aquellas palabras por proceder de un dirigente caliente y polémico que acumula encontronazos con directivos zaragocistas a lo largo de los últimos años. Pero Lasaosa tenía razón. El Huesca es mejor que el Zaragoza. Pocas veces en la historia sucederá algo así.
Mientras el Zaragoza lucha por sobrevivir, el Huesca disfruta de la vida. Es inevitable comparar la trayectoria de ambos. Unos han derrochado irregularidad sin encontrar nunca estabilidad alguna ni en el campo ni en los despachos. El Zaragoza ha cambiado dos veces de entrenador, una de director deportivo (fichando al del Huesca a mitad de campaña) y volvió a acudir al mercado de invierno para paliar la nefasta gestión veraniega. Otros, con el mismo entrenador todo el año y con el equilibrio por bandera, solo tuvieron que reforzarse en enero con elementos que completaran la plantilla. No es de extrañar, pues, que uno tenga nueve puntos más que el otro.
Rechazo que un informador no pueda o deba mostrar sus colores. Yo los tengo. Zaragocista de cuna, de esos a los que una derrota les amarga la existencia y les cambia el humor. Una bendita enfermedad incurable tan incomprensible para muchos como compartida por otros tantos. Pero lo que un profesional no puede perder es la perspectiva ni tampoco dejarse llevar por la falta de objetividad. Y la realidad actual es que el Huesca, independientemente de lo que pase de aquí al final, está dando una lección. También al Zaragoza. Y al zaragocismo. Si se hacen las cosas mal, seguramente saldrán mal. Si se hacen bien, en cambio, lo más probable es que haya recompensa. Y, sí, se puede ser del Zaragoza y del Huesca. Se puede ser blanquillo de raza y soñar con que los oscenses jueguen el  play off y suban a Primera. Yo, de hecho, lo deseo con toda el alma.

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