Líder y líderes

Lejos de echar las campanas al vuelo tras la primera victoria de la temporada ante un recién ascendido, sí conviene valorar en su justa medida el importante paso dado el pasado lunes por el Real Zaragoza. No es sencillo solventar de forma tan rotunda un compromiso envuelto en incertidumbre, por la puesta en escena de un equipo todavía incompleto y por la reacción de la grada en el primer reencuentro oficial con los suyos tras la vergüenza histórica de Palamós. Y, en ambos casos, la respuesta fue rotunda. Hace menos de tres meses, el Zaragoza hizo uno de los mayores ridículos de su vida ante un recién descendido a Segunda B cuando más se jugaba. Ayer, derrochó solvencia ante otro rival menor. Por su parte, La Romareda dejó claro desde el principio que ha corrido un tupido velo. Perdona, pero no olvida.
No puede ser de otra forma cuando por la bocana de vestuarios emergen Zapater y Cani. El primero con el brazalete de capitán en el brazo. El segundo, como el mejor y más fiel escudero. Esa carrera que el ejeano da justo después del sorteo de campos en la que ejerce de toro bravo  transmite a la afición todo lo que ésta entiende por zaragocismo: compromiso, lucha, sacrificio, identidad, orgullo, fe, vida…. Y esa bravura también le llega al rival, consciente de que la batalla será larga, dura y seguramente cruenta. Por fin, y después de demasiado tiempo, el Zaragoza tiene un líder.
A La Romareda le gusta lo que ve, aunque acumula demasiadas decepciones como para dejarse llevar por la euforia. En todo caso, ni la goleada ni el liderato son baladí. Ser el primero quiere decir que nadie ha hecho mejor las cosas. Y, ahí, se impone señalar a Luis Milla. No es fácil que un entrenador cale tanto entre sus futbolistas en apenas un mes y medio. Su método gusta, su estilo convence, su mensaje transmite y su idea de fútbol es compartida por la gente y por sus futbolistas. Veteranos y recién llegados coinciden en que les gusta Milla y eso, teniendo en cuenta el pasado más reciente, ya es mucho.