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Es Noticia

Narcisismo

Jorge Oto

Tocan a rebato en el Real Zaragoza. A apenas unas horas para la conclusión del plazo permitido para realizar incorporaciones en el mercado invernal, el nuevo director deportivo, Narciso Juliá, ultima los últimos episodios de una revolución en la plantilla del conjunto aragonés. Se trata de la última bala, una apuesta por el todo o nada que, del mismo modo, esconde el esperado fracaso de un proyecto nacido muerto.

Porque la apuesta por la continuidad de Ranko Popovic en el banquillo zaragocista fue un error incluso más grave como haberlo traído. Sus nefastos números, su incapacidad en la lectura de los partidos y su pobre conocimiento táctico confirmaban el ejercicio fallido de haber encomendado el objetivo de un inaplazable regreso a la élite a un técnico sin experiencia y llegado de la segunda división japonesa. Pero, si bien aquello podría calificarse como una apuesta arriesgada, la decisión de darle continuidad, apelando a que dejó al equipo a apenas seis minutos de Primera División, no puede considerarse sino un acto de negligencia deportiva.
Así que, con el equipo fuera de posiciones de ascenso y de play off, y con media temporada ya superada, la fundación a cargo del Real Zaragoza decidió el relevo. Pero Popovic no se iría solo. Ángel Martín González, el director deportivo, también fue despedido. Señalado y crucificado por su enfrentamiento con el consejero del área deportiva, Carlos Iribarren –valedor de la llegada de Popovic a pesar de la reticencia de Martín--, su destitución pretendió responsabilizar al director deportivo de la composición de la plantilla y, por otro lado, huir del reconocimiento de un fracaso personal en la apuesta de Iribarren por el técnico serbio.
Sobre el consejero, que puso un millón de euros de su bolsillo para contribuir a la salvación de un club que olía a muerto por los cuatro costados, recaía la necesidad de apartarse, de echarse a un lado y dejar hacer. Se imponía esconder su narcisismo y acertar en la elección del nuevo director deportivo. Y lo hizo. Su apuesta por Narciso Juliá contó con la aprobación de un zaragocismo ávido de hijos pródigos, pero el exfutbolista blanquillo –cuya llegada estaba prevista para el próximo verano—apenas tenía margen. Martín González había elegido a Fernando Vázquez como recambio de Popovic, pero a Julià no le convencía. Ni Anquela, segunda opción de Martín, que recaló en el Huesca. Así que, tras intentos fallidos como el de JIM, Juliá tiró de Carreras, un entrenador de perfil bajo y ADN barcelonista, que suponía la primera vuelta de tuerca. Estábamos ante el primer gran cambio.
Pero la plantilla no estaba concebida para el gusto futbolístico del catalán, por lo que Julià se apresura ahora a acometer una transformación casi completa de su fisonomía en busca de toque, balón y combinación. Una vuelta completa de calcetín tras un fracasado proyecto y un intento desesperado por revertir una situación que angustia a un zaragocismo harto de estar harto. Se acabó el narcisismo. Se impone el Narcisismo.

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