Si la cosa se pone tonta...
Vayamos unos años atrás. A aquellos en los que el Sevilla, después de un arranque dudoso en Liga, después de caer en Copa contra el Cádiz, de repente se encontró con que la UEFA se le ponía a tiro y con que su juego empezaba a sorprender a cualquier rival que se le pusiera por delante.
¿Se acuerda, verdad? Pues déjeme que le cuente una cosa. En una de aquellas muchas tertulias que se hacían los lunes en la radio, y que ahora ya no se hacen tanto, los periodistas siempre aprovechábamos la sobremesa para compartir alguna que otra confidencia poco importante con el protagonista de turno. Y de una de aquellas, cuyo protagonista no desvelaré, recuerdo una frase que luego se hizo realidad un par de veces: "Si la cosa se pone tonta, vamos a tener que ganar la UEFA".
Y vaya si se ganó.
Hay distancia, sí. Aquel Sevilla era mucho mejor que este, pero hay una serie de elementos coincidentes que invitan a la esperanza en el aficionado nervionense. Destacaré dos: el cambio de ciclo total y rotundo ejecutado desde la dirección deportiva y el hambre de muchos de los nuevos componentes que dan forma a este Sevilla. Elementos, ambos, que se dieron en aquel Sevilla que abrió una época legendaria y que aún, por el poco tiempo transcurrido, no sabemos valorar en su justa medida.
El Sevilla está a tres partidos de meterse de nuevo en una final europea. El Oporto no será presa fácil después de lo visto en la ida pero... ¿Cuántas remontadas de ese tipo se han visto en el Sánchez-Pizjuán? ¿Por qué no iba a repetirse la historia?
Desde luego, a este Sevilla, se le ha puesto la cosa tonta... ahora está en manos de los que le pegan a la pelota. Que haya suerte.
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