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La leyenda del director deportivo que no hablaba

Alfredo Irasuegi

Erase una vez un director deportivo que no hablaba y cuando lo hacía era, generalmente, lejos de sus dominios. Se sabía que su tono era pausado y sosegado porque una vez al año dejaba sus labores como responsable deportivo para convertirse en el entrenador de una selección a la que lamentablemente no se le dejaba competir oficialmente.

El club en el que este director deportivo ejercía sus funciones era el mas singular y especial del mundo. Respetado por propios y extraños se nutría de jugadores del entorno, en su mayoría forjados en su cantera. Las particularidades del club le hacían único en el mundo, era el orgullo de sus muchísimos aficionados pero también hacían que el trabajo del director deportivo fuera mas complicado por aquello de que podía pescar en un caladero mucho mas reducido que el de sus rivales.
Tenía que hilar muy fino y seguro que lo hacía pero su labor no calaba entre los lugareños. Estos y estas, dependiendo de los resultados, ponían el grito en el cielo porque consideraban que era perentorio apuntalar al equipo con algún que otro refuerzo pero no hallaban respuesta. El director deportivo hacía honor a su leyenda y no hablaba.
El resultado era que nuestro protagonista fue perdiendo crédito a marchas forzadas hasta convertirse en el “pin pan pun” preferido de todo y toda que opinaba sobre su gestión. El director deportivo y el club no entendían que el principal activo de este club tan especial eran los aficionados/as, que parte de su labor era practicar una política de comunicación que permitiera al respetable sentirse mas partícipe de las ideas que maneja el club.
No se trataba de hablar por hablar, lo que se pretendía era que el director deportivo fuese más cercano en un club en el que la cercanía era un valor incalculable. Hoy en día se desconoce como termina la leyenda puesto que todavía se está escribiendo.
Lejos de criticar al director deportivo prefiero reconocer que su labor es difícil, que gestionar deportivamente un club que es un símbolo en el mas amplio de los sentidos es complicadísimo, tan solo un poquito mas de cariño y cercanía. Ser sensible está en la primera página del catecismo del Athletic Club... Estamos a tiempo
Por Alfredo Irasuegui, periodista

@AIrasuegui

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