De Víctor a Víctor

La semana pasada tuvimos un delicioso encuentro en Montevideo. Víctor Espárrago nos recibió en su casa. Tres veces mundialista, dos veces ganador de la Copa Libertadores y santo y seña del fútbol uruguayo, Espárrago hizo también carrera en España como jugador y entrenador. En el Real Zaragoza estuvo tres meses. No tuvo suerte. Sustituyó al entones flamante ganador de la Copa y la Recopa, cuyo equipo se había venido abajo por circunstancias tan diversas como el ‘Rafa no me jodas’. Abocándole a un despido irremediable. Otro Víctor. Víctor Fernández.

Espárrago recordaba que su periplo zaragocista estuvo marcado por una circunstancia extrema: cuando llegó, un test de Farlek dirigido por el temible profesor Turrén evidenció que la plantilla estaba físicamente hecha unos zorros. El venerable extécnico uruguayo recordaba, exhaustivamente, las pobrísimas marcas de algunos jugadores que pertenecen al ideario de leyendas de nuestro club. También recordaba, con pesar, cómo algunos de los héroes que
habían llevado al Zaragoza a uno de los hitos más importantes de su historia se quejaron, desde el primer día, de sus durísimos entrenamientos. O sea, no querían entrenarse mucho. Pero con eso ya no alcanzaba para ganar.

Eran días de frío, lluvia y niebla en Zaragoza. Pero echaron a Espárrago. “Ha sido echarle, ha salido el sol y los pajaritos cantan”, dijo Alberto Belsué –hoy delegado- en la sala de prensa de la Ciudad Deportiva, en un día claro y despejado. Con mucha mano izquierda, Luis Costa salvó al equipo esa temporada. Todavía hoy en la ciudad hay quien considera que a ese equipo le
derrumbó el supuesto ego de quien ahora vuelve a dirigir al Real Zaragoza.

Víctor tiene tercero al equipo. Pero nada es suficiente para quienes todavía en 2019 guardan en el zurrón viejas historias sobre el zorro. Hoy las hay nuevas. Que no trabaja el equipo, que no hace estrategia… Nada es suficiente para algunos. Pero hoy, un año después de agarrar al Zaragoza tercero por la cola, trece años después de su despido, Víctor mantiene viva la llama del retorno a Primera División con el equipo tercero. Y mientras hay quienes prefieren seguir
expuestos al ridículo, otros optamos por disfrutar. Sin más. Del resto se encarga la vida.