Tecnyconta: rezar…y depurar 

A Tecnyconta Zaragoza se le ha caído el cielo encima de la cabeza. El peor de los miedos posibles llegó ayer después de un partido incomprensible, tan difícil de entender como la acción que lo decidió: una técnica a Jelovac merecida y rara vez pitada. Una justicia injusta que sitúa al equipo en la última jornada de Liga con un pañal extra-gigante en el culo. 

Sinceramente, creo que el equipo se va a salvar. Los motivos son dos: el Felipe le va a llevar en volandas ante Estudiantes y el Real Betis Energía Plus va a palmar ante Unicaja como está mandado. Pero este final deseado, con el equipo en la Liga Endesa, tiene que significar también la salida del club de Salva Guardia, que ha metido a Reynaldo Benito en un zancocho del que solo la Virgen del Pilar le va a sacar. 
Su decisión de prescindir de Andreu Casadevall, decisión que tuvo tomada antes de aquella victoria ante el Betis que prolongó inesperadamente la vida del técnico, fue una pifia morrocotuda. Sus declaraciones posteriores, donde entre líneas acusaba al técnico poco menos de haber matado a Manolete, fueron una tomadura de pelo. Su afirmación de que el equipo estaba defendiendo mejor cuando ha encajado más puntos que nunca, un brindis al mal gusto. Pero lo que más importa, lo que avala su despido procedentísimo, fue poner al mando del equipo a un técnico de escasa experiencia cuya máxima mención en el currículo era su afinidad personal. 
No, no tiene Luis Guil más responsabilidad en esta situación que la que tiene. Ha hecho lo que ha podido y sabido. Si eso es suficiente o no, llegará otro momento para valorarlo. Lo que ahora es seguro es que esta temporada desastrosa, con un equipo mal parido de salida, un entrenador despedido por pedir los fichajes que hacían falta y un presidente que tiene una inmejorable oportunidad de reconocer que se equivocó, tiene que acabar con el equipo (de rebote) en la Liga Endesa y el director deportivo en su casa.