Demasiados Dorcas, poca memoria

Como ya les hablé en su día de Dorca (“Y si no que se lo digan al pobre Dorca, que ahora ha caído en desgracia por hacer lo mismo que lleva haciendo desde que llegó: ser un volante discreto y dado al equilibrio”, El clásico aragonés, un profeta del instante 9-2-2016) me siento ahora en la obligación de recordar aquella frase. No por los dos goles del catalán ante el Mallorca, no, sino porque aquella apreciación futbolística sigue vigente más que nunca ahora que el mundo se ha dividido entre los que dicen que es un patán y los que quieren llevarle a la selección nacional.

El problema no es Dorca. El problema es que a lo largo de los últimos años en el Real Zaragoza ha habido muchos Dorcas y poca memoria. Jugadores de mayor o menor currículo que llegan al club con ganas de hacerlo bien, de crecer en su trayectoria, y que, de buenas a primeras, con pocos merecimientos futbolísticos y mucha bilis externa se convierten en lo que nunca quisieron llegar a ser: el centro de atención. 
Dorca es lo que es. Un jugador normal en una plantilla normal en una Segunda División demasiado normalita. Pero bien haríamos en saber que Dorca, éste Dorca, lleva de momento la camiseta del Real Zaragoza. A veces incluso el brazalete, lo cual es circunstancia para otro análisis. Y para mí, mientras un jugador normal, en una plantilla normal, en un club que se llame Real Zaragoza esté intentando salir de una Segunda División demasiado normalita, lo único que le brindaré es, como poco, apoyo. Y como mucho, indiferencia. Sí, sí, han leído bien y van en ese orden.
En los últimos años ya son demasiados jugadores normales a los que la presión ha rebajado su nivel. Que seguimos estando donde estamos. Demasiados Dorcas, poca memoria.