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Es Noticia

Un Sevilla sin Del Nido


Lo que todo el mundo imaginaba, menos parece que el propio Del Nido, ha ocurrido y, finalmente parece que el ya expresidente del Sevilla tendrá que cumplir la condena que le ha sido impuesta.
Todo lo indicaba así desde hace dos años, entraba casi dentro del terreno de lo utópico que una condena de más de siete años impuesta por un Juzgado y refrendada por una Audiencia Provincial fuera revocada en su totalidad por el Tribunal Supremo. Del Nido, como persona, por mucho que creyera en su inocencia, y como accionista y presidente del club, debía saberlo o intuirlo y saber que estábamos ante una posibilidad muy cierta y que no era bueno ni conveniente permanecer al frente de la entidad, y más viendo la mediocridad en que se ha movido el club en estos dos años en los que nunca sabremos si habrá tenido que ver esa espada de Damocles que se cernía sobre él.
No comparto la opinión, no obstante, de que su permanencia haya ensuciado el nombre de una entidad y un sentimiento que están muy por encima de las personas. Cualquier persona con dos dedos de frente debe saber distinguir que Del Nido no es el Sevilla, un club que en más de un siglo de historia ha pasado por muchas vicisitudes y ésta quedará como una más y se olvidará. Quien ha ensuciado su imagen es la persona que ha sido condenada y ha cometido un delito en el que nada tiene que ver la entidad y en sus manos estará limpiarla aunque ese borrón, inmenso, siempre quedará en su expediente.
Si no media un indulto, que se antoja casi imposible por la alarma social que crearía, independientemente de su procedencia o no, en tiempos de máxima sensibilidad ante la corrupción y ante aquellos tiempos en que este país todo valía y el dinero circulaba a espuertas sin control, Del Nido desaparecerá de la escena pública durante unos años y el Sevilla se enfrenta a una nueva etapa. Una nueva etapa incierta, está claro. Pero que tampoco es el fin del mundo. No es la primera vez ni la última que un equipo cambia de presidente, pasa continuamente. No es la primera vez ni la última que en el Sevilla hay un cambio de su responsable, cierto que el que se va es el presidente con mejores resultados en la historia del club pero una entidad con casi 110 años de vida, con gente de sobra válida entre sus miembros, no puede estar sometida a la teoría de "o yo o el caos". Nadie es imprescindible. El club tiene 108 años, José María Del Nido Benavente solo ha sido presidente once de ellos.
Evidentemente, se va a notar. La impronta de ambición, exigencia, autoridad y sentimiento que aportaba el expresidente será difícil de suplir, en determinadas ocasiones se notará, puede que también a nivel deportivo. Pero si los que van a continuar su tarea son capaces de rodearse de gente válida y de mantener lo bueno que se ha hecho en el Sevilla de Del Nido, y aplican la coherencia y son capaces de mantener en pie el proyecto que parece haberse iniciado este año con lógica y con buen pie tras tres años erráticos, que, no se olviden, también han sido obra de Del Nido, el equipo, que es lo importante, no debe resentirse y si es así, y la pelota entra, todo será más fácil.
La locomotora ya está puesta en marcha, solo hay que intentar no tocar lo que funciona.
 

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