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Bajaba en moto


Bajaba en moto desde el Aljarafe, agitando una extrañísima varita de  los 
chinos que ilumina los colores de España. Rojo y gualda intermitente con 
lucecitas de esas, de chino. Alguien me la compró (¿fue el Chirola?)  en 
la misma Puerta de Jerez cuando la semifinal... Tiene tres modos o 
velocidades. Magnífico artilugio.
Yo, de paquete. Y Alejandro, a los mandos de su decimonónica Vespa, 
haciendo sonar una bocinilla ajada. ¿Quién iba a escuchar semejante 
soniquete cruzando el Guadalquivir? Estertores de una moto que luego nos 
dejaría tirados. Da igual: somos campeones del mundo.
Y, como siempre que hay algo que celebrar, se aparecen los que ya no 
están. Es lo que tiene el alcohol, que uno se pone a dar abrazos y de 
repente encuentra que hay a quien ya no podrá abrazar jamás.
Por ejemplo: en un semáforo, poco antes de alcanzar el meollo de La 
Palmera, se me aparece mi padre. Él vio 'in situ' aquel  gris 
Yugoslavia-España del desempate para Alemania 74, creo que fue en 
Francfort. Me trajo el Adidas Telstar firmado por todos los jugadores de 
la selección. Ese Telstar, estrenado en México-70... El mejor balón de 
fútbol que ha parido madre.
Buscando un taxi a las tantas aún recuerdo el rostro sorprendido de mi 
padre,  cuando comprobaba que, a la semana, no quedaba ni un autógrafo en 
el cuero. ¿De qué podía valerme un Telstar encerrado en una urna? Yo lo 
que quería era jugar. Apuesto a que Iniesta hubiera hecho lo mismo.

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