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Un "tanque" humano

Mariano Pozo



Mes de mayo de 1992, me encontraba de periplo con la recién nacida selección de baloncesto de Lituania. Una vez terminado el torneo de la Paz y la Amistad de Atenas. Llegábamos a Barcelona, donde meses después tendrían lugar los Juegos Olímpicos en los que los lituanos lograrían un merecido bronce. No hay que olvidar que si los americanos llevaban su particular Dream Team, lo de Lituania no era moco de pavo con Sabonis, Chomicius, Marchulonis, Kurtinaitis, Ioavisa, Karnisovas, etc, etc, etc.
Tuve la suerte de entablar amistad durante todos estos viajes con bastantes jugadores, uno de ellos fue Marchulonis, el bautizado en su tierra natal como "el tanque de Vilnius" por su poderío físico. La primera noche en Barcelona fuimos a dar una vuelta por la ciudad y fue en este paseo donde descubrí al Sharas más humano. Recuerdo que, de regreso, al hotel nos quedamos un buen rato sentados frente al mismo en un banco y allí me confesó algo sorprendente y que nunca olvidaría.
"¿Sabes una cosa?" me dijo. "Llevo toda mi vida luchando por conseguir llegar alto, jugar en la NBA, jugar con la selección de mi país unos Juegos Olímpicos y ahora que por fin he conseguido todo eso, no puedo compartirlo con la persona a la que quiero, mi mujer", continuó. Sharas acababa de iniciar su proceso de divorcio y nadie en el equipo lo sabía, nadie lo había notado, porque era tan buen profesional que nunca permitió que sus problemas personales trascendieran a la cancha o al vestuario. Tanque en la cancha, ser humano fuera de ella.
Desde aquel día el fotógrafo de la selección fue quien guardó su secreto y desde aquel instante comprendí lo difícil que debe ser a veces para los profesionales del deporte salir a una cancha, un estadio o una pista a darlo todo cuando tu cabeza te pide otro estado de ánimo.

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