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Ser de la Real es acojonante

Mikel Oyarzabal celebra uno de los goles ante el PSV (Foto: Giovanni Batista).
Ion Urrestarazu

Si no lo has visto ya, te aconsejo que te apresures a buscarlo en internet y veas el nuevo anuncio de Campofrío. Es un soplo de aire fresco, de ganas de vivir, de valorar todo lo que tenemos alrededor, por poco o pequeño que nos pueda parecer en algunos momentos. Pues bien, en estos tiempos en que por fin se empieza a hablar con normalidad y naturalidad de la salud mental, mensajes como estos te hacen parar a pensar en si realmente estás aprovechando y exprimiendo cada momento o si simplemente vives resignado a dejar la vida pasar, con el freno de mano echado, pensando que algo malo puede suceder cuando las cosas van relativamente bien. Yo soy un poco así aunque en el camino estoy de intentar buscar y quedarme con lo bueno de cada día y de tratar de sacar mi mejor versión cada mañana cuando abro los ojos. Como dice Imanol, unos días saldrá bien y otros no tanto, pero intentarlo ya es avanzar, ya es estar más cerca de ese bienestar mental.

Como ejemplo de esos frenos que uno se pone, y hablo de mí mismo, el jueves me senté a ver el partido con una media promesa que yo me impuse, no sé muy bien cómo llamarlo, podría ser hasta una especie de penitencia. Con los precedentes ante el RCD Espanyol y Real Madrid, en los que vi los partidos tomando algún refrigerio, tipo cervecita y alguna que otra vianda. No sé si por superstición o por castigo, buscando un cambio de inercia, el jueves me propuse ver el vital enfrentamiento ante el PSV huérfano de cualquier ayuda o complemento vitamínico, con la austeridad por bandera y la abstinencia por bufanda. Dejé las Volldamm que tenía en el frigo confinadas al fondo del cajón y me dije que sólo las liberaría de la cuarentena tras el pitido final y sólo en caso de victoria. Menuda chorrada pensaréis, yo también. Pero es lo que decía antes, a veces nos ponemos freos sin mucho sentido.

No creo que ver el partido en plan ermitaño influyera en el resultado, pero el subidón de la victoria, y los éxtasis de cada uno de los tres goles hicieron que aflorara por dentro ese escalofrío que de vez en cuando aparece para decirte que estás vivo, que la vida es eso, sentir, gozar, emocionarse, dejarse llevar. A esta sensación se unió después el video del anuncio de Campofrío y los preparativos para el partido de hoy en el Villamarín, que como cada vez que viene la Real a Sevilla, es para mí un día muy especial y emocionante. Pase lo que pase lo voy a disfrutar como nunca, con la gente, con mis recuerdos, con mi sentimiento. Por todo esto, sólo se me ocurre decir algo que resume todo lo anterior, y es que Ser de la Real es Acojonante.

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