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Es Noticia

Yo creo

Los jugadores de la Real celebran un gol (Foto: RSO).
Ion Urrestarazu

No es una final, ni siquiera una semifinal, pero mi sensación es que si mañana eliminamos al Real Madrid en el Bernabéu puede ocurrir algo grande. Grande de verdad, porque ya sería bastante grande derrotar al equipo merengue en su casa, en un todo o nada con un título en juego. Es verdad que es una misión difícil, que no imposible, para eso ya está la película. Estoy convencido de que tenemos opciones, y muchas. Si bien es cierto que son muchos los factores a tener en cuenta, no le voy a dedicar ni un renglón de esto que estás leyendo ni una pizca de mi energía a todo aquello que está fuera de nuestro alcance, como tema arbitraje principalmente. Hemos visto lo que es capaz de jugar esta Real, es suficiente para poder creer.

Siempre he sido una persona muy racional, demasiado diría yo, que seguramente a veces me haya lastrado a la hora de vivir los momentos buenos y de alegría sin la explosividad que pedía la ocasión. Seguro que también me he ahorrado penurias cuando las cosas se han torcido y no me lo he tomado tan a la tremenda. Para bien o para mal, así ha venido siendo. Sin embargo, desde hace ya un tiempo, no sé si coincidiendo o no con mi paternidad, puede que algo tenga que ver, y viendo los golpes que va dando la vida alrededor de uno, he empezado a tomarme las cosas de otra manera, a intentar aprovechar más y mejor los oportunidades que se van presentando e incluso saliendo a su encuentro, mirando un poco más allá y buscando ese camino que me abra la oportunidad de disfrutar de algo que me llevaré por siempre.

Desde que el viernes salió la bola de la Real tengo un presentimiento. No sé seguro si me vino o fui yo a su encuentro y me lo traje, pero el caso es que ha sido y es la chispa para que este motor esté en marcha desde hace días. Igual que no por decir una mentira mil veces se convierte en verdad, tampoco por creer con todas tus fuerzas que algo ocurra termina por suceder. Lo he hecho muchas veces con la lotería de navidad y no funciona. La cuestión es que estamos hablando de la Real, de fútbol, de algo más que once contra once y un árbitro (hoy en día varios), y aquí sí que creo plenamente en las energías y la ilusión por querer lograrlo. Creo en que creer sirve. Por eso el viernes me lié la manta a la cabeza y junto con mi hermano y unos amigos montamos el viaje en menos de lo que Oyarzabal te pone un pase de gol. Dice una canción de un grupo que le gusta mucho a un de mis compis de expedición que “vale más mi sueño que el dinero, puedo vivir de una alegría…”. Ya tengo el billete de AVE de vuelta sacado, pero si ni un céntimo tuviera, y con la Real en semifinales, podría bajar cantando desde La Castellana hasta Sevilla, parando en cada venta y contándole a todo el mundo que yo creía y que mis piernas la mueven una inmensa alegría.

¡Yo creo!

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