Este sitio web utiliza cookies propias y de terceros con fines analíticos y para mostrarte publicidad personalizada (recopilan datos sobre tus gustos y perfil).

Si continúas navegando por el sitio, estás aceptando su uso.

Puedes rechazar la utilización de cookies u obtener más información al respecto en nuestra Política de Cookies

A través de cualquiera de las páginas webs del Grupo tiene la opción de personalizar las cookies tal y como desee.

Es Noticia

Quico, llegó el momento del apretón

Quico Catalán, en el Palco del Ciutat de València durante el Levante-Athletic (Alberto Iranzo).
Javier Mínguez

El Levante UD enlazó contra el Athletic Club su quinto partido seguido sin ganar en el Ciutat de València y en cuatro de ellos terminó estrellándose porque sus rivales se llevaron la victoria del feudo de Orriols. ¿Quién nos lo habría dicho hace unos meses, cuando la afición granota podía presumir que desde el Valencia hasta el Atlético de Madrid, pasando por muchos gallitos de Segunda, habían mordido el polvo en territorio azulgrana y que la casa de los levantinistas iba a convertirse en la de tócame roque? El equipo de Muñiz se encuentra en un bache preocupante del que debe salir pronto y el buenismo recomendará que hay que arrimar el hombro y estar con el equipo. Me parece fantástico, es lo que toca y me sumo pero, mientras bancamos, alguien tiene que buscar soluciones y alguien tendrá que empezar a exigir responsabilidades sobre lo que está sucediendo en el Levante UD.

Hay una cosa que me reconcome. Seguramente el Levante se salvará, estoy casi seguro, o quizá mi predicción sea errónea y una espiral autodestructiva le lleve a encadenar más malos resultados y a dar con sus huesos en la categoría de plata. Pero algo peor que un batacazo de resultados o no lograr tu objetivo es convertirse en un equipo intrascendente. Ya nadie habla del Levante. Mientras escribo esto, media España futbolera estará sopesando en una balanza imaginaria el peso de los bemoles del Girona, mientras la otra media que no está abducida por la dualidad del Barcelona-Madrid habla de la reacción del Alavés, del navajerismo bien entendido del Getafe o del ataque de amor propio del Málaga de Michel, por no decir lo que está haciendo el Leganés. Sí, muchos de ellos están en peor situación en la tabla y, sin embargo, ya nadie habla del Levante porque el Levante es el primero que hace tiempo ha perdido su identidad.
El primer proyecto de Tito en Primera División tiene deficiencias. Empezando por que, cuando el Levante necesitaba dar un golpe de efecto en forma de triunfo frente al Athletic, el equipo que saltó al campo no mejoraba al once tipo de Muñiz en Segunda División. Tras más de ocho millones de euros gastados, ha habido incorporaciones destacadas pero el resultado es insuficiente. Está claro que, cuando los resultados son malos, todo parece peor pero hay casos especialmente llamativos. Uno es la gran inversión realizada en Langerak para su nula importancia en el equipo. En cuanto a la delantera, los que han venido y ni siquiera Enes Ünal han hecho olvidar a Roger Martí. Y estoy esperando que Mulder o Scully, o aunque sea el hombre que fuma, me expliquen qué es lo que sucede con Sasa Lukic.
Si es que pasa algo con el serbio, claro. Al final, hay casos para los que no hay que buscarle tres pies al gato ni teorías conspiranoicas. Miles de veces me he preguntado por qué no juega Lukic con las necesidades que tiene el centro del campo. Pero, si un jugador decide anteponer su selección con el riesgo de lesionarse y perjudicando a su club, queda claro por qué no cuenta para el entrenador. Y es que, hasta la fecha, el único modelo de plantilla que ha funcionado es el de traer futbolistas con hambre de demostrar cosas. De ésos los hay muchos en el actual plantel azulgrana, los Postigo, Campaña, Jason y todos sin excepción de los que lograron el ascenso pero la diferencia es que el año pasado se fichó a los mejores de Segunda (y ahora han llegado pocos que los mejoren) mientras que los del retorno a Primera de 2010 y el EuroLevante ya tenían muchos tiros dados en la élite. Eran desheredados de sus equipos, jugadores acostumbrados a sudar sangre para conseguir renovaciones de un año y unos miles más de euros y para los que firmar un contrato de tres o cuatro temporadas no era la vida real, sino una pelicula de Disney. Y le mordían la nuez al que quisiera levantar un punto en el Ciutat de València.

Quizá lo que se haya perdido en el Levante sea ese grado de exigencia. Esa exigencia para firmar por el equipo azulgrana, para lograr una renovación, para tener minutos. La exigencia respecto a la confección del proyecto y para que el entrenador le saque todo el jugo posible a la totalidad de los futbolistas con los que cuenta y, el que no valga, que salga por la ventana de enero. Sólo hay una persona que pueda y debe subir ese listón y evidentemente es Quico Catalán. Debe ser ese tan buen presidente, exigente y fajador pero para las cosas importantes, donde el Levante se juega su futuro. Quico, que se ha vuelto a vaciar para que el Levante cuente con los mejores miembres posibles, no puede tropezar dos veces en la misma piedra. Debe pedir cuentas sobre el aprovechamiento de esos recursos. Es la hora del apretón, es la hora de la reacción.
 
 

Escribir comentario 0 comentarios
Deja una respuesta
Su comentario se ha enviado correctamente.
Su comentario no se ha podido enviar. Por favor, revise los campos.

Cancelar