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Es Noticia

Diario del Tour (Rouen)

Periodista. De norte a sur pegada al balón.


Desde Rouen
Hoy había un hombre más callado que nunca en el Village Depart. Era Raymond Poulidor. Poupou, como le llaman en Francia (léase Pupú), lleva muchos años ejerciendo de relaciones públicas de Credyt Lyonnais, el patrocinador del maillot amarillo del Tour. Resulta paradójico porque Poulidor, que nunca se vistió con la túnica sagrada de la carrera francesa, ni siquiera por un día, luce en cada etapa una camisa amarilla, el uniforme de la empresa que le paga.
Dos veces estuvo cerca de subir al podio como líder. La primera fue en 1964, en el Puy de Dome, cuando en su pelea con Anquetil atacó demasiado tarde y se quedó a catorce segundos de desbancar a su rival. "¿Cuánto le llevo?" preguntó Anquetil en la meta. Le dijeron que trece segundos. "Me sobran 12", respondió.
La segunda vez que tuvo posibilidades reales de ser líder fue en 1967. Anquetil ya no corrió aquel Tour y se disputaba el primer prólogo de la historia de la carrera. Poulidor hizo el mejor tiempo y ya estaba a punto de acariciar el jersey amarillo cuando se conoció el tiempo de José María Errandonea, que superaba al de Poupou. El vasco le dejó sin el amarillo.
En la salida de Abbeville, Poulidor estaba un poco mustio. La meta estaba en Rouen, la ciudad de Jacques Anquetil, su rival primero, su enemigo después, su gran amigo en los últimos tiempos. Se reconciliaron a tiempo, se conocieron en profundidad y se admiraron. Eran las dos grandes figuras del ciclismo francés de los años sesenta y acabaron como dos campeones.
Poupou sigue admirando a su querido Jacques, como toda Francia, a pesar de su escabrosa vida personal. Anquetil se casó con la mujer de su médico personal, Nanou; quiso tener hijos con ella pero su esposa se había ligado las trompas, así que le ofreció a su hija, Annie, con la que tuvo una hija, Sophie, de la que también fue abuelo. Convivía con ambas hasta que Annie se emancipó. Sophie sabía desde el principio quién era, aunque fuera de casa proclamara que su madre eras Nanou. Todo un drama, que la Francia ciclista olvidó enseguida. Sólo quedó el recuerdo del corredor brillante, al que Poulidor recordaba por la mañana

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