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Un Valencia sin murciélagos

Leyendas del Valencia CF (Foto: ABC).
Francisco Ortí

La carrera de Eliaquim Mangala contra el Betis retrata a algunos de sus compañeros, pero también la triste realidad en la que está sumido el Valencia CF esta temporada. Este año el valencianismo tiene tan poco que llevarse a la boca que acaba celebrando que un jugador (que ni siquiera es propiedad del club) corra para cortar un contragolpe. Hace no mucho, la implicación se daba por supuesta. No era algo digno del aplauso, pero ahora hasta los que llevan el brazalete se ocupan de poner su compromiso bajo sospecha.

Y ese precisamente es uno de los grandes males que sufre el conjunto de Mestalla. Estamos ante un Valencia CF sin murciélagos. La lista de errores y defectos en la gestión más reciente es extensa, pero en los primeros puestos destaca la ausencia de símbolos. Todo lo sucedido en el Benito Villamarín condensa muchas carencias de las que adolece el club. El equipo fue víctima de un arbitraje pésimo contra el Betis (uno de tantos en este curso) y se le birló un penalti clarísimo. La situación obligaba a poner el grito en el cielo, a que se produjera una queja airada por las continuas decisiones arbitrales que están perjudicando al equipo, pero la queja ni fue airada ni fue queja.
Estamos ante un Valencia CF sin murciélagos. La lista de errores y defectos en la gestión reciente es extensa, pero en los primeros puestos destaca la ausencia de símbolos
Juan Cruz Sol y Anil Murthy protestaron de manera tímida, al mismo tiempo que pedían perdón al estamento arbitral por sentirse perjudicados. No quiero culpar ni a uno ni a otro porque esa no es su responsabilidad dentro del club. No son los culpables, como tampoco son los interlocutores recomendables para una situación así. Lo preocupante es que no hubiera nadie más que pudiera asumir ese rol. Y es que el Valencia CF está carente de símbolos tanto en el vestuario como en los despachos.
Durante los dos últimos años, el club ha sufrido una desvalencianización que ha provocado la fuga de los murciélagos. Sobre el terreno de juego la falta de referentes es sangrante. La ilusión con la que se ha recibido la explosión de Carlos Soler es el fiel reflejo de la necesidad de símbolos que tiene la afición. Nadie se echa el equipo a las espaldas y hasta los capitanes están pendientes de cuál será la próxima camiseta que vestirán en lugar de encontrar las claves para revertir la mala imagen que se arrastra temporada tras temporada.
La sensación de desarraigo es total. La grada no encuentra un jugador con el que identificarse, ni un directivo que le represente. Esa carencia de símbolos también está en los despachos y se paga cara. El club no tiene rostro y ha perdido peso en las instituciones. Lo más alarmante es que arriba no parecen ser conscientes de este problema. Muestra de ello es la reciente decisión de no continuar contando con Mario Alberto Kempes como embajador del club.
Para colmo, ya no sólo es que las leyendas no formen parte del organigrama del club, sino que son las principales voces críticas contra la gestión que se está realizando. Esta semana hemos asistido a las denuncias que han realizado Roberto Fabián Ayala y David Albelda. Son opiniones que hay que tener en cuenta ya no por su peso histórico sino porque los dos han conocido la labor de Meriton desde cerca. Ayala formó parte de la dirección deportiva de Rufete, mientras que Albelda viajó a Singapur junto a la expedición valencianista el pasado verano.
Los referentes aparecerán sobre el terreno de juego en cuanto comiencen a llegar los buenos resultados, pero la mejora en los despachos depende única y exclusivamente de Meriton. El club debe replantearse su política en ese sentido porque el Valencia CF se está quedando sin murciélagos.

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