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Javi, ¿por qué?


La salida de Javi Martínez del Athletic está plagada de episodios disparatados. Desde el viaje nocturno a Munich para pasar reconocimiento médico, del que dejó constancia una fotografía donde aparecía 'camuflado' con un paraguas, hasta el famoso salto de la valla de Lezama (también nocturno) para vaciar su taquilla, confirmado por el parte de incidencias de la empresa de seguridad del Athletic. La salida de Javi Martínez del Athletic está plagada de episodios disparatados. Desde el viaje nocturno a Munich para pasar reconocimiento médico, del que dejó constancia una fotografía donde aparecía 'camuflado' con un paraguas, hasta el famoso salto de la valla de Lezama (también nocturno) para vaciar su taquilla, confirmado por el parte de incidencias de la empresa de seguridad del Athletic y por las palabras de Petón, perteneciente a la agencia de representación del 'kaiser' de Aiegi (Bahía Internacional). Horas antes de aquel vuelo nocturno que daba por cerrado su fichaje por el Bayern se ejercitó por última vez con algunos de sus ya excompañeros en Lezama. No les dijo ni una palabra de su partida. Se despidió como siempre. Y eso que entre ellos había varios amigos. Que, por cierto, lo siguen siendo. Dejó caer en su Twitter que deseaba poder despedirse en condiciones. Pero resulta que, al menos para la mayoría, sus palabras llegaron a través de los mensajes que dejó escritos en la pizarra de las instalaciones deportivas del club bilbaíno tras el polémico salto que tuvo lugar el fin de semana de parón por las competiciones internacionales. Me imagino que a los 'colegas' que dejó en el vestuario les habrá dado una explicación convincente para la peripecia protagonizada con los guardas de seguridad. Y para todo lo anterior. Palabras que les habrán convencido, puesto que siguen considerándole un compañero pese a las convulsas consecuencias que han tenido en el entorno rojiblanco sus "actos", como lo calificó el propio Iker Muniain. A mí, personalmente, me encantaría escuchar de su boca su versión de toda esta historia. Sin intermediarios. Porque no me cuadra que un jugador que podría haber salido de Bilbao de una forma mucho más honrosa, tras haber dejado más de treinta millones de beneficio en las arcas de Ibaigane y una incalculable aportación deportiva en sus 251 partidos como león, acabe convirtiéndose en el enemigo público número uno de la familia rojiblanca. Me gustaría saber qué obstáculos se ha encontrado para lanzarse a hacer tantos requiebros. No me vale la primera respuesta que a todos nos viene a la cabeza. "Es bobo", "está muy mal asesorado". Son juicios de valor con los que puede que coincida, o no, después de escuchar la otra parte de la historia por boca de su protagonista. Pero, ahora mismo, me da la sensación de que nos faltan elementos para completar el análisis. Hasta que no escuche al navarro, una pregunta no dejará de rondarme la cabeza: Javi, ¿por qué?" y por las palabras de Petón, perteneciente a la agencia de representación del 'kaiser' de Aiegi (Bahía Internacional).
Horas antes de aquel vuelo nocturno que daba por cerrado su fichaje por el Bayern se ejercitó por última vez con algunos de sus ya excompañeros en Lezama. No les dijo ni una palabra de su partida. Se despidió como siempre. Y eso que entre ellos había varios amigos. Que, por cierto, lo siguen siendo. Dejó caer en su Twitter que deseaba poder despedirse en condiciones. Pero resulta que, al menos para la mayoría, sus palabras llegaron a través de los mensajes que dejó escritos en la pizarra de las instalaciones deportivas del club bilbaíno tras el polémico salto que tuvo lugar el fin de semana de parón por las competiciones internacionales.
Me imagino que a los 'colegas' que dejó en el vestuario les habrá dado una explicación convincente para la peripecia protagonizada con los guardas de seguridad. Y para todo lo anterior. Palabras que les habrán convencido, puesto que siguen considerándole un compañero pese a las convulsas consecuencias que han tenido en el entorno rojiblanco sus "actos", como lo calificó el propio Iker Muniain.
A mí, personalmente, me encantaría escuchar de su boca su versión de toda esta historia. Sin intermediarios. Porque no me cuadra que un jugador que podría haber salido de Bilbao de una forma mucho más honrosa, tras haber dejado más de treinta millones de beneficio en las arcas de Ibaigane y una incalculable aportación deportiva en sus 251 partidos como león, acabe convirtiéndose en el enemigo público número uno de la familia rojiblanca. Me gustaría saber qué obstáculos se ha encontrado para lanzarse a hacer tantos requiebros. No me vale la primera respuesta que a todos nos viene a la cabeza. "Es bobo", "está muy mal asesorado". Son juicios de valor con los que puede que coincida, o no, después de escuchar la otra parte de la historia por boca de su protagonista. Pero, ahora mismo, me da la sensación de que nos faltan elementos para completar el análisis. Hasta que no escuche al navarro, una pregunta no dejará de rondarme la cabeza: Javi, ¿por qué?

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