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Es Noticia

Las costuras tácticas del rombo

Emre Çolak, centrocampista del Deportivo (Foto: Óscar Cajide).
Carlos Rosende

Clarence Seedorf no acostumbra a 'engañar' cuando trabaja con su posible once titular en el campo 3 de 'El Mundo del Fútbol' de Abegondo, y no lo hizo tampoco en la previa del choque contra el Sevilla: el míster neerlandés dispuso un 4-3-1-2 (o 4-4-2 en rombo, en función de la altura de los interiores) con Guilherme como pivote, Mosquera en el vértice izquierdo, Borges en el derecho y Krohn-Dehli como mediapunta. Sin Emre Çolak, protagonista principal en encuentro anteriores. Y de este modo saltó el Deportivo al césped de Riazor ayer martes.

 
La disposición táctica blanquiazul, coherente en su dibujo puesto que éste trata de aprovechar las virtudes de los jugadores ofensivos más talentosos, no tuvo respuesta para contener a un Sevilla que cargó el juego por los costados, como ya lo hiciera el Málaga CF en el municipal coruñés. El rombo exige piernas y pulmones a los dos interiores, Borges y Mosquera, y uno debe preguntarse si renunciar a la capacidad de distribución de Pedro desde su posición natural, la de mediocentro, donde gustó y mucho contra el Athletic, beneficia o perjudica al colectivo.
Dejando a un lado que Guilherme firmó uno de sus partidos más discretos de la temporada, lo cierto es que las condiciones del brasileño se ajustan más a las de un '8' capaz de abarcar metros a lo largo mientras vigila de reojo al lateral rival que a las de un pivote con desparpajo para asociarse en corto cuando el Deportivo quiere salir combinando o simplemente a las de un 'ancla' con lectura y rango de pase para jugar en largo sobre los dos puntas, la opción elegida por Seedorf frente al equipo de Montella.
 
La entrada de Çolak equilibró al equipo 
Por eso sorprendió que el míster blanquiazul tocase todas sus piezas después de que éstas brillasen con luz propia en San Mamés: Borges, interior izquierdo en Bilbao, actuó escorado a la banda derecha, y Mosquera se desgastó por completo en una parcela donde nunca recibirá un sobresaliente, porque no marca diferencias en los últimos metros ni tiene el poderío físico necesario para soportar un ritmo alto, de ida y vuelta, durante los 90 minutos.
Sí se entendería la fe en esta variante si el Dépor hubiese apostado por un juego más trabado, a menos pulsaciones, o la solución de Mosquera en el vértice izquierdo del rombo fuese puntual, como ante el Málaga CF; pero 'quemar' al futbolista más capaz para ordenarte en campo contrario, más si cabe después de que éste viniese de completar un gran partido fuera de casa, resulta extraño.
Borges gestionó la papeleta mejor que Pedro por una sola razón: si Navas carga el juego por fuera, Layún, diestro, siempre tira la diagonal hacia dentro para sacar el disparo o buscar un cambio de orientación de izquierda a derecha. El abecé del fútbol del lateral mexicano limitó el recorrido hacia atrás de Celso, que lo agradeció para llegar más fresco a la recta final del partido. 
Además, durante el primer tiempo, al Deportivo se le acumularon los problemas cuando Montella permutó las posiciones de Sandro y Correa. El argentino, de inicio en el costado de Juanfran y Borges, se marchó a la banda de Luisinho y Mosquera, y llenó de dudas a una defensa blanquiazul incapaz de leer las recepciones interiores del 'Tucu' y al mismo tiempo de mantener a raya a Navas. 
A Seedorf, ensalzado en partidos anteriores por haber dado con la tecla del buen fútbol y las victorias, se le puede cuestionar el reparto de roles en el centro del campo titular contra el Sevilla, más allá de la suplencia de Çolak, y también la rigidez en la toma de decisiones. El equipo blanquiazul se fue quedando sin gasolina con el paso de los minutos, y ni Bakkali –con el consiguiente cambio al 4-4-1-1 en el 80'– ni Valverde tuvieron una influencia significativa en el comportamiento colectivo durante los minutos finales.

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