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Es Noticia

Sin músculo ni mediocentro defensivo específico

Lucas Pérez y Adrián López, en Riazor (Foto: Óscar Cajide).
Carlos Rosende

El Deportivo completó los mejores 45 minutos de la temporada en Bilbao sin la presencia de un mediocentro defensivo específico, con dos jugadores catalogados de 'fríos' e 'irregulares' en tres cuartos (Çolak y Adrián) y confiando –obligado por las circunstancias– en futbolistas incapaces de ofrecer un despliegue físico extraordinario en los costados, pues Borges y Krohn-Dehli no disponen del músculo de Muntari o Guilherme.

 
El buen nivel colectivo ofrecido en San Mamés demostró una vez más para qué estaba configurada esta plantilla, con sus evidentes defectos, y la distancia entre esa realidad y lo que se ha visto sobre el terreno de juego desde el pasado mes de agosto. Salvo honrosas excepciones, cuando el Dépor ha optado por encerrarse atrás y regalar la pelota, ha sufrido lo indecible; cuando ha intentado juntar sobre el césped a los futbolistas de más calidad y los ha distribuido en sus posiciones ideales, ha sido un conjunto mucho más competitivo. 
Como suele suceder en el fútbol cuando no se consiguen los resultados esperados en equipos con recursos limitados, el nerviosismo ahoga y se apela a la testosterona, en lugar de mantener la apuesta por lo que te diferencia de tus rivales. La única puerta de salida siempre ha pasado por la pelota: tenerla más y mejor, privando al rival de ella e insistiendo en que ésta circule por los pies de tus hombres más talentosos.
Seedorf llegó al club promoviendo la intensidad, el sacrificio y la lucha, e incluso enarboló la bandera de los 'once Andones' como sello de su propuesta. Un par de meses después, el míster parece haberse rendido a la calidad, que la hay y siempre ha estado ahí, y al sentido común: Çolak, mediapunta, actúa en esa parcela, de enganche, donde se siente más cómodo; Lucas Pérez, la individualidad más determinante de cuantas dispone este proyecto, se ha acercado al área; Adrián, un incordio para los rivales atacando desde segunda línea, tiene galones para moverse con libertad a lo ancho, apareciendo por sorpresa en las inmediaciones de la portería rival.
Por las características de los jugadores en plantilla, este equipo no puede colgarse del larguero: los laterales sufren una barbaridad para contener a sus pares, ni Sidnei ni Schär se sienten cómodos achicando balones, y los pivotes, salvo Guilherme en plenitud y manteniendo la duda de Valverde, al que no hemos visto lo suficiente, no acostumbran a salir victoriosos de los choques ni se muestran especialmente solventes en el juego aéreo.
El Dépor ha encontrado muy tarde un camino que siempre ha estado ahí, a la vuelta de la esquina. Ojalá todavía esté a tiempo de llegar a su destino.

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