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[Review] House of Cards 3x01

Hasta los personajes más ruines retratados por la cultura contemporánea en cine o televisión suelen tener ciertos rasgos de humanidad que, si bien no justifican sus actos, sí que de alguna manera aportan matices a su falta de consideración. Los responsables de House of Cards, sin embargo, no parecen estar interesados en mostrarnos el rostro humano de un personaje cuyo acto más terrenal es comer alitas de pollo en un antro de los suburbios.

La tercera temporada de la serie de Netflix arranca con Frank Underwood, ya como presidente de los Estados Unidos, presentando sus "respetos" ante la tumba de su padre en su localidad natal. ¿Una oportunidad para la nostalgia por la pérdida, o quizás para el típico monólogo sobre el valor del esfuerzo y la confianza que su progenitor siempre tuvo en él? Error. Frank se abre la bragueta y orina sobre la lápida como quien consuma una larga y ansiada venganza. Un buen punto de partida para que los que comenzaban a sentir empatía o fascinación por su personaje.

El prólogo concebido a modo de bofetada al espectador es el único momento del primer capítulo en el que se sitúa a Frank Underwood ante la cámara hablándonos de los concurrido que será su funeral. En el resto de la trama, desarrollada meses después del final de la segunda temporada, lo veremos poco y con cierta distancia. Y este recurso narrativo no es accesorio. Hasta ahora habíamos seguido sus pasos tras las bambalinas del centro de poder estadounidense, urdiendo conspiraciones y forjando alianzas. Pero ahora, su ascenso a la presidencia significa un cambio de rol radical. Ya no acata o negocia o persigue a congresistas para conseguir apoyo, sino que es él mismo quien ejecuta las órdenes, despide a quien se le opone y entra en cada reunión con la confianza de quien sabe no tener nadie por encima.

Como contrapartida, en este capítulo se otorga un gran protagonismo al personaje de Doug Stamper, hasta ahora un secundario más o menos plano en su desarrollo que servía de mano ejecutora de Underwood, lo cual parece prometer un mayor peso en la trama de la serie. Entre otras cosas, vemos cómo cuelga en el frigorífico una nota de bienvenida escrita por Frank segundos después de despachar al hermano al que no veía desde hacía diez años, y sus dotes para entablillar un brazo roto con una cuchara de palo por no perderse una reunión con el presidente (y su puesto ahora ocupado por Remy), que lo observa como a un ciervo atrapado en un cepo de cazador.

House of Cards es una serie que no se enreda en tramas eternas para ralentizar su desarrollo. Cuando parecía que se iba a eternizar en líos periodísticos, el metro dio por zanjado el asunto al comienzo de la temporada anterior. Y ahora, obviando la transición fundamental del último episodio y todos los cambios asociados, viaja hacia adelante y plantea lo que será el núcleo de la nueva temporada con un ritmo frenético; la carrera hacia las elecciones presidenciales. El castillo de naipes sigue su curso.

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