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[Review] Better Call Saul 1x04: 'Hero'

S’all good man

Esta semana en Better Call Saul nos encontramos con un episodio de transición que sigue la trama del ascenso y conversión de James McGill en Saul Goodman. De hecho, en el cold opening al que ya podemos decir que estamos acostumbrados, a modo de flashback, nos explicitan por primera vez en pantalla (aunque ya lo sabíamos) el significado de “Saul Goodman”, siendo un juego de palabras que proviene de “S’all good, man” (todo está bien, sin problemas).

La trama de este episodio, si bien de transición, supone un cambio cualitativo en la serie. Jimmy deja definitivamente de ser el abogado acosado por dos cosas: las deudas, y la conciencia.

Tras el cold opening, el episodio retoma la trama justo donde la dejó en el episodio 3 “Nacho”  junto a los Kettlemans en el campo. Cuando Saul Goodman descubre (por accidente) el dinero que ya sospechaba que los Kettlemans habían robado, estos intentan sobornarle intensamente. En un principio, Jimmy intenta no aceptar el soborno y convencerlos de que pasen a ser sus clientes, pero la señora de los Kettlemans hunde a Jimmy con su respuesta: “Eres el tipo de abogado que los culpables contratan”. Este es el punto de inflexión, explicitado en pantalla, que marca el cambio cualitativo del personaje de James McGill. Un James que nos tenía ya (bien) acostumbrados a transmitir humor, vivacidad, complicidad… pero que transmite un gran sentimiento de tristeza en esa justa imagen, creando una empatía en el espectador, que se compadece del protagonista. Tenemos por tanto un brillante Bob Odenkirk al que ningún registro se le resiste.

James McGill cogerá el soborno, si bien, fuera de plano. Inmediatamente, se dispondrá, el resto del capítulo, a contrarrestar con ese dinero la imagen de “abogado de los culpables”, para lo que creará una divertida trama que implica el plagio directo de la imagen corporativa de HHM (Hamlin Hamlin & McGill).

Es el intento desesperado de James para, de una vez por todas, mejorar su reputación. Y lo consigue, tras una espectáculo (preparado) en el que “salva” a un trabajador que quedó colgado al vacío mientras retirada precisamente su valla publicitaria. Una pantomima que, efectivamente, le conseguirá llamadas en el contestador de su despacho, bajo el salón de peluquería y estética.

Es este acto, que lo convierte en “héroe local” el que le da el impulso necesario para lavar su imagen. Sin embargo, James no es capaz de contarle este hecho (el de la triquiñuela) a su hermano Chuck, ante el cual tiene la necesidad de mantener cierta dignidad. Pero Chuck lo descubre, en una divertida secuencia en la que vemos como es capaz de afrontar su enfermedad y salir de la casa donde está aislado de toda frecuencia electromagnética con tal de coger el periódico que James le ocultaba, eso sí, dejando el correspondiente precio al vecino al cual se lo “compra”.

Los guionistas siguen dosificando (desaprovechando para los ansiosos) las apariciones de Mike, que sigue en un tercer plano tras su cabina de tickers de aparcamiento. Sin duda, una espera que se verá recompensada tarde o temprano. Aún estamos en el cuarto episodio.

Better Call Saul no es Breaking Bad

Como es costumbre ya, podemos realizar casi una recopilación de referencias cinéfilas: “te haré un “John”-Claude Van Damme”, “como Tony Curtis en Spartacus”, o Kim invitando a James al cine a ver “The thing” (la de John Carpenter, no la de los Cuatro Fantásticos) con Kurt Russel. Y no sólo tenemos referencias cinéfilas, claro, sino ya hasta bíblicas: “Sobre esta roca construiré mi Iglesia” (Mateo 16:18).

Ya no es siquiera necesario realizar comparación alguna con Breaking Bad cuando hablamos de Better Call Saul. La serie está marcando sus distancias, como por ejemplo, redescubriendo un Alburquerque mucho más cosmopolita, más ciudad. Sin duda, Better Call Saul sigue y seguirá haciendo las delicias de los seriéfilos cada lunes.

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