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El descubrimiento de Gilly o el mayor despropósito narrativo de Juego de Tronos

En el episodio de esta semana de Juego de Tronos ha habido un detalle que, aparentemente, pretendía pasar desapercibido. La secuencia, transcurrida en la Ciudadela entre Sam y Gilly, no acierta en prácticamente nada: la narrativa de la serie es enviada fuera de la ventana, y se pierde la coherencia de la historia. Un recurso facilón para explicarle a los espectadores un detalle de suma importancia mientras otra cosa transcurre en pantalla.

Contextualicemos la secuencia. Sam y Gilly están en la habitación del aprendiz a maestre, revisando libros antiguos. Sam está frustrado con su posición dentro de la jerarquía, incapaz de hacer entender que la Gran Noche es algo real y que está a punto de darse. Discute casi consigo mismo, a la par que Gilly está leyendo un antiguo tomo de aproximadamente 20 años de antigüedad. En un momento determinado, ella levanta la vista del libro y pregunta que qué es una anulación, porque un tal ‘Regger’ la solicitó y le fue concedida en Dorne…Sam le contesta en su habitual tono condescendiente, explica qué es, y acto seguido sigue quejándose de lo difícil que es su vida como aprendiz de maestre a la par que la ignora. La secuencia está construida de manera que lo relevante pase de largo, le dé al espectador algo en lo que pensar y confundirlo con lo próximo. Sin embargo, el efecto pierde fuerza. Lo que está diciendo Gilly es, probablemente, lo más importante y relevante de lo que llevamos de temporada, y en caso de ser cierto, de la serie.

Este recurso, me reafirmo, me parece que es un truco de guion demasiado fácil. Juego de Tronos se esfuerza en que parezca irrelevante, y así lo que consigue es que no se le tome en serio a esa parte de la trama. Por no hablar que la sugerencia implícita de Rhaegar y Lyanna contrayendo matrimonio, tras una anulación del matrimonio de este con Elia es sencillamente inviable en un lugar como Poniente. Y que eso además esté escrito en un tomo de la Ciudadela que nadie, absolutamente nadie, ha leído en unos ¿veinte? años lo hace todavía más inverosímil. Es la solución fácil al enigma de los orígenes de Jon, una manera de allanar al camino para que el bastardo Stark/Targaryen tenga en un futuro posibilidad de sentarse en el trono y una manera muy pueril de decirle al espectador “Jon es hijo de Rhaegar”.

Dentro del universo de Juego de Tronos, la anulación se da por dos motivos: el matrimonio no se ha consumido o el matrimonio no es fértil. Ninguno de los dos casos se aplica al matrimonio de Rhaegar y Elia Martell, quienes ya tenían dos hijos en el mundo cuando Jon nació. ¿Por qué pedir la anulación en Dorne? ¿Por la flexibilidad de esa región con los códigos y leyes de Poniente? Si eso ni tan siquiera se muestra en la serie….¿Por qué se la conceden y nadie, en los Siete Reinos, lo sabe? Un secreto así, que podría haber acabado con la tiranía Lannister en un santiamén, no se guarda durante tanto tiempo. ¿Quién lo tramitó? ¿Cómo es que Lyanna no se lo hizo saber a su hermano para que así Jon tuviese un futuro y no viviese como hijo ilegítimo de Ned?

La coherencia interna de Juego de Tronos es lo que hace a la serie tan compacta. Su intricado universo, rico y complejo por sí mismo, le otorga un carácter diferencial. Si se rompe ese pacto entre serie y espectadores, por tal de justificar las acciones futuras, se pierde lo esencial. Traicionar de esta manera las reglas del universo de la serie devalúa su calidad narrativa.

Esperemos que lo que Gilly estaba leyendo fuese algo que se dio hace siglos atrás.

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