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Fran Chordá y el baloncesto en silla de ruedas: una cuestión de vida o muerte

Manuel Morera

Nació con esclerosis y pudo caminar hasta los seis años. A esa edad, la enfermedad afectó definitivamente a la médula espinal hasta provocarle una paraplegia. Con catorce años, un profesor de educación física cambió la vida de Fran Chordá: "Me inició en el baloncesto en silla de ruedas un profesor al que estaré toda la vida agradecido. A nivel profesional empecé en 2006 en un club que ya no existe". Ahora, defiende los colores del CB Petraher, un club ligado a los más desfavorecidos y comprometido con la diversidad funcional. Cuando empezó los golpes y caídas eran una constante, pero sus ganas de ejercitarse superaron a cualquier obstáculo.

Chordá se considera un profesional del deporte. No es Pau Gasol, no cobra millones de euros y ni siquiera obtiene beneficios económicos por su desempeño con la pelota. Sin embargo, el sacrificio, la dedicación y el gasto que supone subirse a una silla de ruedas de baloncesto lo convierten en todo un profesional: "Digo que lo hago profesionalmente porque tiene que ser una decisión meditada, tienes que hacer una inversión de más de 2.000 euros en una silla deportiva.

Su quinteto ideal

El baloncestista recuerda constantemente el apoyo de sus compañeros y la importancia del Petraher en su vida. Sin embargo su quinteto ideal lo forma su familia. Los veteranos del equipo son sus padres, a los que reitera su agradecimiento: "Doy gracias a Dios porque siempre me han exigido todo, nunca se han apiadado de mí". La base de su equipo sería su mujer, la generadora en la pista, y el talento correría a cuenta de sus dos hijos, las estrellas: "En mi vida he tenido la suerte de encontrarme a una mujer maravillosa. Mi esposa, que me ha dado dos chiquillos a lo que quiero con locura".

El deporte como salvavidas

El equipo del CB Petraher durante un encuentro.

Si algo tiene claro Fran Chordá es que el deporte le ha arreglado la vida. El baloncesto en silla de ruedas lo ha acompañado desde que era un adolescente y, en todas sus etapas, ha sido uno de sus grandes apoyos: "Poder practicar una actividad física que te permita desarrollar la musculatura y poder superarte, ver que eres capaz de hacer cosas que eran impensables para ti. Hace que tu nivel de superación alcance límites insospechados. Si para la gente en general es beneficioso practicar deporte, para las personas con algún tipo de discapacidad es cuestión de vida o muerte".

Con esa actitud anima a todas las personas con diversidad funcional a hacer deporte. Es una cuestión de salud y, en tiempos de cuarentena, ha cobrado una mayor importancia: "Es una obligación mantenernos en forma físicamente para que, en caso de coger coronavirus, tuviéramos la capacidad pulmonar a pleno rendimiento".

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