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Es Noticia

Esa bonita complicidad

Juanma G. Anes

No va a ser la temporada más exitosa, ni la más preciosista en el juego ni la más recordada allende nuestras fronteras; y ni falta que hace. Pero quién sabe si, a final de este curso, a los que nos duele ese escudo -el verdadero- como si fuera parte de nosotros no acabamos con el pecho hinchado de orgullo como jamás habríamos imaginado. Es lo que tiene estar demasiado tiempo al borde de la muerte: en el Colombino empieza a existir una bonita complicidad difícil de explicar. Todo está en contra. Ciertos canallas, lejanos y cercanos, ansían darnos el descabello. El reto es mayúsculo, es bestial. Pero, aunque sea con respiración asistida y casi de milagro, ahí seguimos, ahí seguimos...
Hay quienes no podrán entenderlo jamás y la verdad es que eso no nos preocupa demasiado. El Recre sobrevive hoy hasta a las falsas plañideras que sólo se apuntan en las buenas y que muestran estos días una forzada tristeza soltando sin parar su cansino lema: “¡qué penita da el Recre!”. Oiga, si ni ahora arrima usted el hombro déjese de postureo y deje al Recre tranquilo, que el resto, los irreductibles, estamos a otras cosas: nos vale con cogerle las vueltas como sea al ‘artista’ para llegar con vida a junio, a agosto, a septiembre; nos vale con celebrar la victoria del pasado domingo como si fuera un triunfo vital; nos vale con tener en Núñez a un líder admirable. Nos vale con tenernos los unos a los otros. Sí, somos los que somos, somos los de siempre. Somos la extensión de esas familias que entraron en el vestuario del Decano justo antes del encuentro. Somos los que nunca fallaron y, si esto sigue adelante, los que nunca vamos a fallar.
Sin soluciones mágicas a la vista, la historia no tiene secretos: rezamos para que esas gestiones en la sombra ofrezcan algo de luz (es difícil salir airoso de la encerrona en la que estamos) y, mientras aplaudimos a rabiar -la ovación a Mesa habla extraordinariamente bien de hasta dónde está concienciada la gente- confiamos que en el campo el objetivo se consiga a base de echarle... sí, eso que empieza por ‘h’, y no es precisamente honor, aunque de eso también le sobra al ‘Abuelo’. Porque al ‘Abuelo’, si se hace respetar él mismo, se le respeta. Y, si no, tendremos que hacer lo que sea para que se le respete. Y más aún cuando todavía está de cuerpo presente… le pese a quien le pese.

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