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España gana una plata que sabe a oro en el Europeo

La selección española femenina de balonmano se quedó, al igual que ya ocurriera hace seis años, a las puertas del título continental, tras perder este domingo por 28-25 ante Noruega, el mismo rival que ya le privó del oro en Skopje, en la final del Europeo de Hungría y Croacia. La malagueña Marta López se vuelve a casa con la medalla de plata al cuello para pasar las Navidades.

 
Volvieron a estrellarse las "guerreras" contra el muro noruego, personificado en la portera Silje Solberg, que cerró el choque con un espectacular 41 por ciento de paradas, un muro que hoy, más que nunca, España pareció en disposición de poder derrumbar.
"Para poder ganar a Noruega tenemos que rozar la perfección", aseguraba en la previa la portera española Silvia Navarro, una excelencia que España no sólo rozó, sino que alcanzó plenamente en un inolvidable arranque de partido.
Liderada por una de nuevo inconmensurable Silvia Navarro bajo los palos, la defensa española se multiplicó para cerrar cualquier mínimo espacio a un conjunto noruego, que tan sólo sumaba tres goles cumplidos los primeros catorce minutos de juego.
Ni en superioridad numérica lograban anotar las nórdicas, atónitas ante la velocidad de piernas de las jugadoras españolas, que no sólo cubrían cada posible resquicio, sino que además, y quizá lo más importante, imposibilitaron a Noruega a desplegar su demoledor juego de contragolpe con un fulgurante repliegue.
Pero para vencer a las todopoderosas nórdicas, indiscutibles números uno del balonmano mundial, no es suficiente con una modélica defensa, algo de lo que eran plenamente conscientes la "guerreras" que exhibieron lo mejor de su arsenal ofensivo.
De la mano, primero de Alexandrina Barbosa, que por fin realizó ese gran partido con la selección desde que aterrizó en el equipo nacional, y posteriormente de Nerea Pena, el conjunto español martilleó una y otra vez la portería noruega.
Especialmente destacada fue la actuación de Nerea Pena, que confirmó las palabras que no se cansó de repetir una y otra vez en las horas previas de la final, y demostró con sus siete tantos en el primer tiempo que, efectivamente, ni ella, ni sus compañeras se conformaban con la plata.
Un gol de Pena permitió precisamente a las de Jorge Dueñas alcanzar a los 18 minutos de juego su máxima renta, unos impensables cinco tantos de ventaja (5-10) que dejaban clara la excelente puesta en escena de la selección.
Renta que España, lastrada por las exclusiones de Lara González y Eli Chávez, así como por las imprescindibles rotaciones, no pudo conservar al descanso, al que, al menos sí, se fue por delante (10-12) en el tanteador.
Y es que Noruega, contra las cuerdas, recuperó, aferrada a la portera Silje Solberg en el segundo tramo del primer tiempo, su mejor versión, lo que le permitió ir ajustando cada vez más y más el marcador, que acabó por igualar (12-12) a los pocos minutos de la reanudación.
Circunstancia que no destempló al equipo español, que se mostró mucho más permeable en defensa, ni tan siquiera el pánico se apoderó de las de Jorge Dueñas, cuando Noruega se situó con más que una inquietante ventaja de dos goles (17-15) en el marcador.
Un momento clave que España logró superar a base de carácter, el que mostró Marta Mangué, que se olvidó de sus fallos en el lanzamiento de la primera parte, con dos goles casi consecutivos que pusieron de nuevo las tablas (20-20) al duelo.
No pudo superar, la selección española, por contra, la nueva exclusión, la cuarta con la que fue castigadas las de Jorge Dueñas, uno de los factores que parecieron decantar definitivamente la final y el título en favor de las noruegas.
El otro fue la escasa efectividad desde el punto de penalti, donde España se dejó escapar cuatro opciones de gol, lo que permitió a Noruega situarse con una máxima renta de cuatro tantos (25-21) a falta de diez minutos para la conclusión.
Un tiempo en el que las "guerreras" volvieron a dar muestras de ese irreductible carácter, que las ha convertido en uno de los iconos del equipo español, coraje, talento e inconformismo que permitió a España reducir la diferencia a tan sólo un tanto (26-25) a falta de cinco minutos para la conclusión.
Pero al igual que ya ocurriera hace una semana en Debrecen, donde la selección española cayó por 26-29 ante las nórdicas en un choque en el que llegaron con empate (26-26) a los últimos minutos de juego, las de Dueñas fueron víctimas de la imprecisión.
Un problema irresoluble ante el estado de gracia de la guardameta Silje Solberg, que detuvo los tres últimos lanzamientos de un equipo español que demostró en Budapest que la posibilidad de romper el mito noruego no es ya una utopía para esta selección.

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