La Carabela que viene

La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)

Se acerca el trofeo y habrá que sacarle todo el brillo que se pueda, pero da pudor mirar al pasado y comprobar que lo de ahora no se asemeja en nada a lo de entonces. Y no es cuestión de señalar a un único culpable y torturarlo obligándole a escuchar la discografía completa de Ramoncín, entre otras cosas, porque desde hace más de dos décadas que ya no es lo mismo, así que lo de crucificar sólo a los actuales rectores -al menos en este aspecto- a mí me sobra.

El fútbol se ha rodeado de tantas milongas que ya cansa hasta a los que son protagonistas y pululan a su alrededor, así que ni digamos lo que hastía al resto del personal, harto de cuentos y de cuentas negativas, y los trofeos veraniegos no iban a ser una excepción. Lo que hasta los 90 era un  acontecimiento de primer orden ahora es un simple compromiso, difícil de digerir hasta para los propios organizadores. Es el mundo al revés, un espejo más del sinsentido general sembrado y recogido. Eso sí, la Carabela de Plata sobrevive milagrosamente y, dado el marco que nos rodea, incluso es para alegrarse; pero la añoranza de codearse con un grande nacional o foráneo (de los de verdad, no de esos que tratan de meternos con calzador) o la nostalgia de medirnos a los vecinos en un ambiente caldeadillo, con excursionistas playeros mediante, es demasiada como para mirar a otro lado sin un atisbo de pena. Lo único que podemos pensar es que esto no puede hacer sino mejorar, porque ‘desangelar’ más esta cita estival será complicado.

Indistintamente de dónde cabalgue el club el verano que viene, la próxima edición -subrayada por el 125 aniversario- se merece otra cosa en el campo y otro ambiente en la grada. Que el Colombino es parte vital de nuestra historia, otro escudo que se debe proteger y prestigiar… antes de que alguno que nació ‘netamente’ avispado, también se lo quiera apropiar.