Los que nunca fallan
Si hay algo de lo que puede presumir el Málaga CF es de su gente. Una afición que ha demostrado en infinitas ocasiones que sabe estar en las duras y en las maduras, que sigue al pie del cañón pese a todos los palos, que mantiene firme una fe inquebrantable. Son los que nunca fallan. Los que recorren kilómetros para apoyar a los suyos, ya sea un domingo, un miércoles o un festivo; verano o invierno; en el horario que toque. Sufren, lloran, celebran por todo lo alto las pequeñas alegrías. Sin ellos, el Málaga sería menos Málaga.
El domingo volvieron a estar. Un nutrido grupo de aficionados blanquiazules se presentó en el Ciutat de València para alentar al equipo ante el Levante. Miembros de Malaka Hinchas, de la Peña 'Los 300' de malaguistas en Barcelona, seguidores jóvenes y no tan jóvenes, aprovecharon todos ellos para acercarse a Orriols. Y para llevarse a casa una nueva decepción.
Porque ni la suerte ni el resultado acompañaron al Málaga, que acabó cayendo derrotado por la mínima, con un gol anulado a Rubén Castro y una sensación infinita de 'quiero y no puedo' que sólo hace aumentar el mal sabor de boca y el miedo. Miedo porque el abismo no se aleja, sigue pegado a los talones y cada día que pasa la posibilidad de dejarlo atrás es más y más reducida.
Por eso, tener a esos valientes aguantando el chaparrón debería ser motivo más que suficiente para que los jugadores se dejen el alma en el campo. Salvar los muebles implica mucho más que no permitir que el Málaga descienda: conlleva ser responsables con los sentimientos de los miles de malaguistas que, pese a todo, siguen ahí.
Nunca fallan. Son incondicionales. Y merecen una respuesta a la altura por parte del vestuario. ¿Llegará?
