No hay derecho

Sé que el fútbol es un asunto trivial y sólo un deporte y que lo que suceda con nuestro equipo no nos va a cambiar la vida en ningún sentido. Sé que hay miles, millones de cosas más importantes que "once tíos corriendo detrás de un balón". Y también sé que no se le puede dar más significación a esto tan superficial, aunque influya en el estado de ánimo de tanta y tanta gente. Pero es que no hay derecho a volver a pasar una tarde de domingo aciaga y desagradable. No hay derecho a que los niños que llegaban ilusionados se vayan a su casa preguntándose por qué el Málaga CF no gana nunca.

No hay derecho a que las jornadas vayan pasando y, en lugar de ver una luz al final del túnel, lo que se vea sea un túnel cada vez más largo. No hay derecho a que la afición se organice para dar su apoyo al equipo y que por un malententido ni siquiera puedan hacer eso.

No hay derecho a ver cómo los jugadores del Málaga pierden una y otra vez la concentración y cometen errores que no se ven ni en los equipos de prebenjamines. No hay derecho a que ni siquiera sean capaces de asumir sus responsabilidades después de volver a tener a la afición con el corazón en un puño.

¿No hay formas de salvar al Málaga?

No hay derecho a que la solución más plausible en estos momentos sea poner fin anticipado a la temporada y que las cosas se queden como están, porque igual si se disputan los partidos que restan el infierno deje de ser una pesadilla para convertirse en la más pura y dolorosa realidad.

No hay derecho a todo esto. No hay derecho a que el equipo acabe cayendo al fondo de un pozo del que, no nos engañemos, es muy complicado salir.