Rafael Nadal protagonizó su particular "maracanazo" en los Juegos de Río 2016 ante la última baza local, Thomaz Bellucci, a quien superó poco a poco, con paciencia y solidez hasta rubricar su presencia en la semifinal olímpica y sobrevivir a la lucha por las medallas.
Nadal está citado para entonces con el argentino Juan Martín del Potro, que confirmo su rehabilitación definitiva en un evento mágico para él. Su último episodio lo vivió con el español Roberto Bautista, al que superó por 7-5 y 7-6 (4).
Por el otro lado del cuadro sobreviven el vigente campeón olímpico, el escocés Andy Murray, y el japonés Kei Nishikori, aferrados al 'tie break' para prolongar su condición de aspirantes. El británico ganó al estadounidense Steve Johnson (6-0, 4-6 y 7-6 (2)). El nipón, que salió airoso a tres puntos de partido, enterró las perspectivas del francés Gael Monfils (7-6(4), 4-6 y 7-6 (6).
La revelación de la competición está, sin embargo, en el cuadro femenino, con la presencia en la final de la puertorriqueña Mónica Puig. La jugadora de 22 años se aseguró una medalla, la primera para una mujer de Puerto Rico en unos Juegos Olímpicos, al batir a la checa Petra Kvitova por 6-4, 1-6 y 6-3.
La segunda favorita, la alemana Angelique Kerber, será su rival por el oro. La germana batió a la estadounidense Madison Keys por 6-3 y 7-5.
Rafael Nadal atravesó una prueba de enjundia ante el héroe local, impulsado sin fin por un público entusiasta aferrado a su jugador para el éxito en Río. Nadal tuvo que salir airoso de esa situación, de esa atmósfera inusualmente adversa en Brasil, donde el público le apoya. También hizo frente al entusiasmo de su adversario.
Bellucci, intrascendente en el circuito a lo largo del curso, pasó por alto la tensión y los nervios de la cita más importante de su carrera. Voló al principio ante un rival que no encontraba la forma de hacerle frente. De carrerilla, el brasileño se apuntó el set.
Los brasileños celebraban cada punto como un gol. Nadal tenía que esperar su momento. Y lo encontró. El español empezó a carburar. Celebró cada punto con rabia para compensar el apoyo que no encontró entre la afición. Puño en alto. Rompió por primera vez el saque de Bellucci en el segundo parcial. Salvó los contratiempos y resguardó su ventaja hasta llegar al set.
Lo peor había pasado. Bellucci, que jamás en cinco encuentros había hecho frente al balear, decayó en su eficacia. También el gentío perdió la fe. Nadal apuró, se apresuró y cerró un partido que le devuelve a la primera parte de la escena de un gran torneo.
Ahí se topará con Del Potro, el único de los semifinalistas fuera de los cuatro primeros favoritos.
Del Potro ha encontrado en Río de Janeiro un punto de inflexión tras el calvario que atravesó por culpa de su muñeca maltrecha. Procura hacerse un hueco de nuevo en la elite del tenis el tenista de Tandil, que puede salir de Brasil con el ánimo revitalizado y un premio con el que no contaba.
El bronce de Londres 2012, alentado en la pista por un público bullicioso e incansable, superó a Roberto Bautista, que no encontró la forma de aventajar a un rival que desde el principio puso el partido de su lado.
El británico Andy Murray, segundo favorito, no faltará a la cita con las semifinales, que vio en peligro durante algunos momentos de su duelo con el estadounidense Steve Johnson (6-0, 4-6 y 7-6(2)). El norteamericano llevó al límite al vigente campeón olímpico.
El escocés, segundo jugador del mundo y máximo aspirante tras la eliminación prematura del serbio Novak Djokovic, tuvo un comienzo arrollador, que no fue capaz de prolongar en el resto del partido.
La facilidad con la que conquistó la primera manga aventuró un trámite para Murray, que se encontró después con un rival acrecentado por la situación. El desenlace llegó al tie break, donde el campeón, alentado por su saque, disipó las dudas y atravesó la ronda.
Andy Murray está citado con Nishikori. El cuarto favorito salvó tres puntos de partido ante el francés Gael Monfils, al que superó en el desempate del tercer set para situarse en las semifinales del torneo. El tenista nipón necesitó dos horas y 53 minutos para mantener el tipo ante el último superviviente francés en el cuadro, que tuvo el partido en la mano (7-6(4) 4-6 7-6(6)).