El 3 de diciembre de 2015 Valencia volvía a despertarse convulsionada. Peter Lim daba un paso más en su absurda gestión del club: "El Valencia Club de Fútbol ha llegado a un acuerdo con el técnico inglés Gary Neville para que sea el entrenador de la primera plantilla hasta el 30 de junio de 2016", decía en un comunicado el club valencianista. Neville debutaría en el partido Liga de Campeones ante el Olympique Lyonnais, el miércoles 9 de diciembre en Mestalla y fue con derrota, claro. Empezaba el desastre.
Trabajaba como comentarista de televisión para Sky Sports y de repente se encontró dirigiendo al histórico Valencia. ¿Qué podía salir mal? Todo.. Neville explicó más tarde que también aceptó la oferta para hacerle un favor a Lim, ya que este había invertido en el Salford City, ahora un club de cuarta división, del que Neville aún es propietario. Nada le salva. Ni tan siquiera que, años después haya reconocido que sintió "vergüenza" siendo el entrenador de un grande como el Valencia que, antes y después de Neville ganó títulos.
"Si hubiera rechazado este trabajo, podría haber perdido mi credibilidad en el fútbol. Porque es un gran club, y estoy orgulloso y honrado de estar aquí. Después de juzgar a los entrenadores en televisión durante los últimos años, era hora de actuar", dijo ufano cuando llegó. 113 días duró en el cargo. 28 partidos en los que sumó 10 victorias, 7 empates y 11 derrotas, alguna tan humillante como el 7-0 contra el Barcelona en Copa.
Tras aquel partido, en el que Luis Enrique no le dio la mano haciéndole ver que con lo consideraba un entrenador, Neville reconoció que perdió "la confianza. Llegó al punto en que ya ni siquiera quería dirigir los entrenamientos; se los cedía a mis entrenadores asistentes. Me daba vergüenza dirigir las sesiones en inglés. Todo se hacía con un intérprete".
"Otros entrenadores tampoco me ayudaron", recordó Gary Neville después. De Ernesto Valverde, entrenador del Athletic Club ahora y entonces, explicó que "cambió su sistema tres veces en un mismo partido. No tuve respuesta. Me jugó como a una marioneta. Lo notaba desde la banda. Así es la inexperiencia".
También ha contado que con Diego Simeone, entrenador del Atlético de Madrid. sintió que "me estaba estrangulando suavemente, torturándome durante casi 90 minutos en cuanto a su capacidad futbolística".
En Valencia sólo recibió críticas justificadas y el idioma lo terminó por ahorcar deportivamente. En fallas, lejos del objetivo que era volver a Champions como logró Nuno, fue despedido. Después de él, el Valencia ha tenido nueve entrenadores, sólo Marcelino y Baraja estuvieron más de un año, pero la sensación de desastre que transmitió Gary Neville es inigualable con cualquier sucesor.
En marzo llegó su destitución. Era inevitable porque el Valencia se empezaba a ir a pique. El 30 de marzo fue destituido. Neville debía volver esa tarde al trabajo tras haber estado durante los últimos días con la selección inglesa como segundo entrenador. Todo era un disparate.
El propio Neville en un comunicado reconocía que no ha estado al nivel del club durante su etapa como técnico del equipo: "Los resultados no han estado al nivel que me exijo y al que requiere este club". "Quiero dar las gracias al Valencia Club de Fútbol, a los aficionados, al cuerpo técnico, a los trabajadores y a los jugadores", indicaba el técnico.
"La idea de que podía compaginar todos los negocios, la carrera mediática y el puesto de entrenador principal era una tontería, una completa tontería. Mantén el rumbo, cíñete a lo que mejor sabes hacer", reconocía Gary Neville este mismo año.
Antes, ya en 2020, Neville confesó lo inevitable: "Mirando hacia atrás, lo último que necesitaba el Valencia era un entrenador sin experiencia… Fue una decisión que tomé en dos días, influenciada por un poco de arrogancia y ego. Rápidamente descubrí que cuando no estás preparado y te enfrentas a algo para lo que no estás cualificado, entonces recibes una bofetada. Era un extraño en una ciudad que no me esperaba”, concluyó
Y es que, tal fue su lamentable y desastrosa actuación que nunca más se volvió a sentar en un banquillo.