Los diez propósitos del Sporting para 2018
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El Sporting de Gijón afronta el 2018 con el deseo de volver a verse en disposición de luchar por recuperar la máxima categoría del fútbol español. El nuevo proyecto encabezado por Rubén Baraja intentará desterrar la dinámica negativa y conseguir olvidar un 2017 que apenas dejó alegrías para la afición rojiblanca.
Este es el principal objetivo. La desventaja respecto al ascenso directo deja al Sporting en disposición de luchar con ahínco por alcanzar un puesto entre los seis primeros y llegar al final de curso con opciones de lograr el premio mayor.
El club debe tener claro el proyecto, dónde quiere ir y el camino correcto para llegar a la meta perseguida. Los cambios de rumbo y las decisiones precipitadas deben quedar desterrados de una institución que se ha movido por impulsos en demasiadas ocasiones.
Ver al equipo alinear un once sin asturianos, incluso sin futbolistas formados en el club, no debe considerarse una anécdota. La identidad se construye día a día, hasta llegar a los 112 años de historia.
La espiral de contrataciones en la que ha caído el club en las últimas campañas no está dando los réditos esperados. Si es necesario incorporar jugadores para dar un salto de calidad a la plantilla, deberían ser los imprescindibles que aseguraran dentro de lo posible una aportación decisiva para el equipo.
Que la presencia en el primer equipo de futbolistas criados en Mareo, con el ejemplo más reciente de Nacho Méndez, no sea una noticia excepcional en un club tradicionalmente unido a sus canteranos. La vorágine de fichajes no debe impedir nunca la promoción de la gente de la casa.
La excelente marcha del equipo de José Alberto López está siendo una de las grandes alegrías para los aficionados rojiblancos, si su ritmo no decae, ver al filial disputar la fase de ascenso a Segunda división sería un hito para recordar.
Haber conseguido el récord de abonados del club aumenta de igual modo el respaldo que las exigencias. El Sporting sin su afición no sería nada, volver a épocas pasadas con ambientes irrespirables y gradas semivacías no se debe permitir. Sin un frente común afición y equipo los éxitos deportivos serían una meta inalcanzable.
Los objetivos también deben ser económicos. Las situación deportiva no debe influir decisivamente en la estabilidad financiera. Los hitos económicos alcanzados en los últimos años deben marcar el camino para no volver a ver a la entidad en riesgo extremo. La deuda concursal ha de pasar a ser un mal recuerdo durante este 2018.
Invertir en Mareo siempre es invertir en positivo. La mejora del patrimonio del club debe ser un objetivo siempre. Lograr el ansiado ascenso facilitaría sobremanera algunas inversiones que ayudarían a potenciar la formación de jugadores.
Que la labor de la Fundación en el desarrollo y la implementación de la marca Real Sporting de Gijón en el mundo sea un motivo de orgullo. Y que su trabajo encuentre reflejo en el entorno más cercano para que los aficionados puedan palpar el trabajo realizado desde este órgano del club.