Cambian la estética y los motores, el planteamiento del habitáculo y la tecnología se apodera de su lista de equipamiento.
Lo primero que destaca es, sin duda su nueva y atractiva imagen. Como el Fiesta, adopta un nuevo morro con una parrilla con mucha más presencia y faros afilados y la zaga se ha suavizado con los pilotos traseros más alargados. En conjunto, tiene una presencia mucho más elegante.
El interior también cambia profundamente, sobre todo porque hay un replanteamiento general de la consola central, muy simplificada en cuanto a botonería, con materiales a la moda (satinados y cromados) y con una configuración más actual, con una gran pantalla central con funciones avanzadas de control por voz.
No será esta la única novedad tecnológica que estrene el compacto americano. También ofrecerá un asistente para aparcar automáticamente entre dos coches en perpendicular complementado por un sistema para ‘desaparcar’ de forma segura (en este caso para estacionamientos en paralelo) y una alerta para tráfico cruzado trasero, faros inteligentes, control de crucero activo con una alerta sonora de distancia de seguridad si no lo llevamos conectado, sistema pre-colisión o el MyKey, que permite configurar algunos parámetros del vehículo (limitar la velocidad máxima, evitar la desconexión del ESP, etc.) en una segunda llave para conductores jóvenes.
Entre los diesel, inicialmente llegará un 1.5 TDCi con 95 y 120 caballos que consumirá hasta un 19 por ciento menos que los motores actuales de similar potencia. Más adelante, se incorporará un 2.0 de 150 caballos también muy efectivo ya que reducirá hasta en un 14 por ciento su consumo promedio.
Finalmente, también se anuncian mejoras en la dinámica de conducción, centradas en la revisión de las suspensiones delanteras, que ahora son más rígidas y la recalibración de los amortiguadores, la dirección eléctrica y el control de estabilidad.