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El Izoard se corona

El Izoard forma parte de la leyenda del Tour, sus paisajes rocosos son una de las imágenes que más veces ha repetido la ronda gala, sus rampas unas de las más subidas por los ciclistas.Pero desde que en 1922 este col alpino se uniera a la leyenda del Tour de Francia, nunca había albergado la meta de una etapa, una deuda que los organizadores de la carrera han querido saldar en la edición de 2017.
A tres días del final del Touren los Campos Elíseos, el Izoard será la última oportunidad de los escaladores para ganar una etapa o para definir la general.
Su papel de juez quedará así afianzado, aunque en su currículum figuran ya algunos de los momentos más brillantes de la historia del Tour.
"El Izoard es interminable, tiene ese aspecto doblado que te hace pensar que le dominas pero de repente te manda una cuesta que haría derrumbarse a una mula. El Izoard, esa terrible exigencia que se sitúa entre lo difícil y lo terrorífico", escribió sobre él Henri Desgrange, el creador del Tour de Francia.
Con su cima situada a 2.360 metros sobre el nivel del mar, la del Izoard será la etapa reina de la edición. Su dureza va en aumento a medida que pasan sus 14,1 kilómetros. De las suaves pendientes iniciales se pasa a porcentajes superiores al 10 % a partir del séptimo kilómetro, sin casi descanso hasta que se llega a la llamada Casse Déserte.
Un pequeño descenso de apenas un kilómetro da paso al tramo final, casi tres kilómetros de dura pendiente final.
El Izoard será la meta de una etapa de 178 kilómetros en la que el pelotón habrá ascendido previamente el Col de Vars.
La víspera habrá sido el turno de su compañero de fatigas, el Galibier, que ya fue meta en 2011 por vez primera en su historia y que, en esta ocasión, será la última gran dificultad de una jornada con final en Serre-Chevalier, a 18 kilómetros de su cima.

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