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Decepción airada en la cima del Ventoux

"Llevamos dos días esperando al pelotón en la cima. La decepción es grande", asegura una aficionada a la puerta de su autocaravana aparcada en la cuneta del Mont Ventoux, en la parte pelada del "Gigante de Provenza" que el pelotón del Tour de Francia no alcanzará hoy.Luis Miguel Pascual
Las rachas de hasta 120 kilómetros por hora hacen difícil mantenerse sobre las bicicletas a los pocos aventureros que, pese a todo, se han lanzado a la conquista del mítico puerto, que resplandece en la distancia de la planicie provenzal.
La mayor parte de las caravanas, que como cada vez que se sube el puerto habían llenado las cunetas, abandonaron el lugar durante la noche y los pocos que resistieron, contra viento y marea, lo hicieron para evitar el atasco que se formó a la bajada.
"Fue una noche difícil", asegura una aficionada que llegó desde Australia y que soportó temperaturas próximas a bajo cero durante la madrugada.
Al pie del observatorio, donde estaba previsto que el impresionante despliegue del Tour de Francia asentara sus cuarteles, una auténtica ciudad móvil que hubiera tenido problemas para soportar las duras condiciones del día, son pocos los aficionados que estiran las piernas tras la subida.
La principal damnificada es la brasería que se abrió para la ocasión en la cima, donde se habían preparado vituallas para un gran número de asistentes, se había contratado personal y se había procedido a una importante inversión.
La mujer que lo regenta lamenta las pérdidas que tendrá, que cifra en unos 6.000 euros sin contar los salarios de los empleados y algunos otros gastos adicionales.
Sin ocultar su cabreo, uno anciano que ha mantenido su caravana pese a que las sacudidas del viento la zarandean como un barco en la tempestad, considera que la dirección del Tour se ha precipitado a la hora de recortar la etapa.
"Todo el año suben aficionados con ráfagas de viento similares a estas, no creo que los profesionales, que están muchos más preparados, tuvieran grandes problemas en ganar la meta", asegura mientras trata de sostener un sombrero en su cabeza.
Además, cree que el ciclismo es un deporte en el que las condiciones climáticas siempre han jugado un papel y que solo en los últimos años se han preocupado por estos detalles.
"Nadie se preocupó por el granizo que les cayó en Andorra y seguro que era más peligroso", asegura, visiblemente cabreado.
Los organizadores decidieron recortar los seis últimos kilómetros de la ascensión al Mont Ventoux. La meta está situada en el Chalet Raynard, donde se aglomeran las caravanas. A las que ya se habían situado en el lugar se han sumado las que bajaron desde la noche.
La ascensión estará totalmente protegida por una frondosa vegetación, que desaparece unos metros más arriba dando paso al paisaje lunar que ha contribuido a la leyenda del "Monte Calvo".
El director del Tour asegura que no tuvo elección, frente a las previsiones meteorológicas.
"No podíamos arriesgarnos a tener que suspender toda la etapa. El Tour de Francia es demasiado importante. No podemos llegar a última hora y pintar una raya en el suelo y decir, 'aquí está la meta'. La infraestructura del Tour no puede montarse en esas condiciones", asegura el director de la carrera.
Al final, el Tour renuncia a un mito y, a cambio hereda una etapa más intensa. Menos larga, pero más espesa.

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