Papeleta para el Carpena. Esta noche (20:45, Canal 2 Andalucía) le toca olvidar todas sus penas de la ACB y ponerse una sonrisa para recibir al Unicaja en su tercer partido de la Euroliga frente al Efes Pilsen. Su balance es magnífico: 2-0 y ya se ha estado en el frío de Belgrado y ha recibido el calor del Olympiacos. Es como para estar contentos. ¿O no? Habría que preguntárselo a la afición cajista que, literalmente, se está volviendo loca con su equipo.
Si a la cal se le echa arena es, al final, una mezcla arenosa. No hay quien se acuerde de la cal. Y lo que escuece realmente en la familia verde es ese 0-5 en Liga y la penúltima posición que sólo transmite inseguridades. ¿Cuánto tiempo seguirá el calvario? ¿Es verdad que ya nos hemos quedado sin Copa? ¿Meterán una canasta Cook o Jeter? Demasiadas preocupaciones como para, simplemente, disfrutar. Da la sensación de que de poco serviría una victoria. La derrota, sin embargo, desataría la caja de los truenos. Mucho que perder y más bien poco que ganar para el Unicaja.
Y es una pena. Porque llegan al Carpena dos viejos conocidos que darían mucho juego en otro momento más feliz. Daniel Santiago, uno de los últimos pívots de la vieja escuela que ha tenido el equipo, e Igor Rakocevic, el eterno némesis de la afición. Ambos forman parte de un Efes que peleará con los cajistas por estar en la parte alta del grupo. El boricua y el serbio son los referentes, pero tienen a más gente peligrosa. A algunos (como Tunceri) se les recuerda todavía por la ACB. Gente que, en un buen día, fusilan con los ojos vendados. Habría que pedir cuidado por si una bala le rebota a Aíto. En él están puestas demasiadas esperanzas para sacar adelante el proyecto verde. Y también responsabilidades.