A la sombra de Djokovic

Djokovic ha vuelto a confirmar en este Open de Australia por qué es el número uno de la ATP. Ha vuelto a ganar, un año más, en Melbourne y ha igualado el récord de Roy Emerson de conseguir su sexto título. Tras el torneo, parece que poco o nada va a mover la supremacía del serbio en el tenis masculino. Acabó el año pasado en el número uno tras alzarse con tres de los cuatro Grand Slam, Open de Australia, Wimblendon y US Open, tan solo se le escapó Roland Garros ante Wawrinka.

Ya no es que haya ganado el primer Grand Slam de 2015, ni que se haya llevado los títulos en Indian Wells, Miami, Monte-Carlo, China, Shangai o París, sino la gran superioridad con la que ha sobrepasado a sus rivales para hacerse con el título en Australia. 3 de los 4 fantásticos ‘Djokovic, Federer, Nadal y Murray’ han quedado a la sombra del serbio.
En primera ronda superó al chino, Chung Hyeon por 6-3,6-2 y 6-4. A partir de ahí, cinco de los 30 mejores jugadores del mundo. Andreas Seppi por 6-1, 7-5 y 7-6 (8-6). El francés, Simon, fue el que más oposición le puso y necesitó cinco mangas para ganarle, 6-3, 6-7 (1-7), 6-4, 4-6 y 6-3. Al japonés, Kei Nishikori por 6-3, 6-3 y 6-4. En semifinales fue cuando más se evidenció el gran nivel por el que pasa el serbio y prueba de ello fueron los dos primeros sets ante Federer, donde casi en una hora le endosó un 6-1 y 6-2, el suizo se llevó la tercera manga por 3-6, pero el Djokovic se llevó el partido con el último set a su favor, 6-3. Ya en la final venció a Murray por 6-1, 7-5 y 7-6 (7-3).
La sensación tras este Open de Australia, es que el nivel del serbio está muy por encima de sus perseguidores en el ranking de la ATP, ni Murray, ni Federer, ni Wawrinka están a nivel que está exhibiendo Djokovic. Y por supuesto, ni Nadal ni Ferrer. El mismo Djokovic, tras superar a Federer en semifinales declaraba que “ahora mismo estoy en el pico de mi carrera, me encuentro en mi mejor momento” “aquí es donde he jugado mi mejor tenis, está siendo mi mejor torneo”. Él mismo reconocía que “he mejorado mucho, tengo mucha confianza en mi juego”.

En 2006 alcanzó el top 40 de la ATP y comienzó a estar presente en los grandes torneos. Fue en 2008 cuando consiguió su primer Grand Slam, el Open de Australia, tras derrotar a Federer en semifinales y a Tsonga en la final. Llegaba al panorama del tenis en la plenitud de la rivalidad entre Roger Federer y Rafael Nadal, y todo apuntaba a que nadie más podía llegar al nivel de ellos. El serbio ha sabido plantar cara y erigirse en la complicada era de Federer-Nadal a base de esfuerzo y trabajo. No era fácil hacerse un hueco ante dos de los mejores tenista que ha dejado la historia del tenis, pero él ha conseguido superarlos y ser el número uno de la ATP.
La madurez que ha conseguido con el paso de los años le ha llevado a convertirse en un jugador temible. Se ha encargado de mejorar cada aspecto de su carrera. Trabaja todos los días el tema físico, cualidad primordial en un deporte individual donde dependes de ti mismo para ser el mejor. Además, si el físico es importante aún lo es más el psicológico, y en eso sí que ha mejorado mucho. La calma con la que celebraba el título en Australia era sorprendente. Lejos queda los días de la gran expresividad del jugador cuando se cargaba raquetas casi por partidos de tenis, y de igual forma celebraba muy exageradamente cada éxito. La gestión de sus emociones lo ha hecho crecer, y el serbio le da mucha importancia a actividades como el yoga y la meditación.

El nivel de Djokovic es sobrecogedor pero como gran profesional también tiene un talón de Aquiles, un escenario que se le resiste año tras año, la tierra batida. Roland Garros es el único gran título que no cuenta en su palmarés. Es una auténtica pesadilla para el serbio que ya llegado a esta cita, en más de una ocasión, como claro favorito. En 2011 llegó tras realizar una de sus rachas más brillantes, había ganado en Australia, Dubai, Indian Wells, Miami, Belgrado, Madrid y Roma pero en esos años era Rafa Nadal el rey de la tierra batida.
El año pasado ya tenía en haber los otros tres grandes y las pistas de París se le presentaban como el escenario perfecto para completar un gran año. Finalmente el título francés se le volvió a escapar cuando Wawrinka se lo arrebató en la final tras más de tres horas de partido con un 4-6, 6-4, 6-3 y 6-4. Roland Garros ya se vislumbra en el horizonte de Djokovic para seguir avanzando hacía la leyenda.