La hora del cambio para Rafa Nadal

Renovarse o morir. Desgraciadamente, nada más comenzar el año y con ello la temporada ATP, este es el lema al que podrían verse abocados Rafael Nadal y su equipo técnico, encabezado desde el inicio de su carrera por su tío y entrenador Toni Nadal.

Una relación familiar y profesional cargada de éxitos y récords que, sin embargo, afronta una de sus horas más bajas tras la inesperada derrota en primera ronda del Open de Australia ante el también español Fernando Verdasco. Este traspiés, que pone cuesta arriba la campaña del manacorí prácticamente desde su inicio, unido a la irregularidad mostrada por el 14 veces campéon de Grand Slam en ls últimos meses, obliga a pensar en algún tipo de solución.
Las palabras del tenista español tras el partido eran honestas, como suele ser habitual, y calificaban la derrota de “dura” tras las buenas sensaciones con las que llegaba al primer grande de la temporada, cuya prematuro final “hace daño”, admitió. Sin embargo, el manacorí no quiso prolongar sus lamentaciones y no dudó en felicitar a su rival Verdaco por su gran encuentro, esperando que una derrota de este tipo no sea más que “un mal día”.
Sin embargo, en la rueda de prensa de Nadal tras su eliminación, destacaron las declaraciones con las que tildaba su salida del torneo de especialmente desagradable debido a que “venía entrenando y trabajando bien, no como el año pasado que sabía que no estaba preparado”.

Unas declaraciones que cobran sentido tras oír a su tío y entrenador, Toni Nadal, hablando con algunos medios españoles: "Rafa llevaba tres o cuatro meses jugando bastante bien y por eso este partido es una de las grandes decepciones que hemos tenido”, a lo que añadió que quizá los métodos con los que actualmente trabajan no dan los resultados deseados debido a que “ el juego radica hoy día en puntos de menos de cuatro bolas donde prima el buen servicio y el resto. Habíamos planteado toda la vida un juego estratégico, y ahora esto cuenta menos. No es fácil ponerte a jugar de una forma diferente a lo que has sentido durante 15-20 años”.
La conclusión que ofrecen las palabras del entrenador lleva a pensar en que la preparación con su pupilo comienza a estar en cierto modo obsoleta dentro del circuito ATP actual, lo cual explicaría que a pesar de derrotas tan dolorosas como la concedida ante Verdasco el propio jugador insista en estar entrenando bien. De este modo, la reducción de las prestaciones del mallorquín no parece deberse a una mala forma física ni a una falta de intensidad en el entrenamiento, sino a la poca utilidad de éste en el contexto actual del deporte de la raqueta.
Poca discusión admite el propio Toni Nadal tras su radiografía de la incómoda situación en la que se encuentran dentro del tenis contemporáneo, la cual acentuó afirmando que “si uno tiene que hacer un cambio, lo tiene que hacer, porque lo que van delante son los resultados”. Precisamente este es el aspecto que demuestra más claramente la necesidad de un cambio de método dentro del clan Nadal. Desde la victoria en Roland Garros 2014 ante Djokovic, novena Copa de los Mosqueteros y último gran episodio del manacorí hasta la fecha, la sucesión de malos resultados, principalmente en torneos donde el papel solía ser notable, ha despertado dudas.
Tras esta victoria en París, el español afrontaba el resto de la temporada con energías renovadas. Sin embargo, la alegría no sería duradera debido a una sorpresiva eliminación en octavos de final de Wimbledon ante el entonces desconocido número 144 del mundo, el australiano Nick Kyrgios. Una derrota que vendría seguida por otra mala noticia, una lesión en la muñeca que obligaba al de Manacor a decir prácticamente adiós a la temporada perdiendo, entre otras, la ocasión de participar y revalidar el título en el US Open. De esta forma, sumando participaciones en torneos menores durante el tramo final de año, Nadal decía adiós a un 2014 agridulce.

Tras una temporada de sensaciones encontradas, Nadal comenzaba 2015 con la esperanza de reencontrar su mejor versión y con ello alguno de los grandes resultados de antaño. Un objetivo que encontraba un buen comienzo en el Open de Australia, donde el español llegaba hasta cuartos de final, en los que era eliminado por el checo Berdych. A pesar de ello, el jugador tomaba este resultado de inicio de temporada como un impulso, que sin embargo no vería refrendado en absoluto durante los torneos venideros.
Después de desempeñar un papel ciertamente mediocre en Masters 1000 como los disputados en Indian Wells o Miami, llegaba la siempre balsámica temporada de tierra batida, donde propios y extraños esperaban el resurgir del gran Rafa Nadal. A pesar de ello, y por primera vez en su carrera, ni siquiera la arcilla fue la superficie de la recuperación, como demostraron la semifinal en Montecarlo, los octavos en el Godó de Barcelona, los cuartos en Roma y esa misma ronda en su predilecto Roland Garros, donde la aplastante superioridad mostrada por Djokovic causó sopresa en el mundo del tenis.
El manacorí cerraba sin alcanzar una sola final la misma serie de torneos en los que llegó a instaurar una hegemonía casi irrepetible. Esta mala recha no terminaría ahí, ya que después del mejorable papel en tierra llegaba el reto de resarcirse en hierba, que tuvo como resultado un efímero recorrido de tres partidos, resumidos en la eliminación en primera ronda en Queens y la tristemente recordada de segunda ronda en Wimbledon ante el alemán Dustin Brown, cuyo peculiar aspecto causó más impresión que su clasificación como 102 del mundo en el ranking ATP.

Desde ese momento, el 14 veces triunfador en un Grand Slam se centró en recuperar sensaciones por encima de la consecución de grandes victorias, un propósito que logró a medias, tras una nueva decepción con forma de tercera ronda del Us Open, merced a buenos torneos de final de temporada, véase la semifinal en Shangai, los cuartos en París-Bercy o de nuevo una semifinal en el Torneo de Maestros de Londres. Todas estas eliminaciones, que ponían el broche final a actuaciones generalmente buenas, tuvieron como responsable al intratable número 1 del mundo y a la vez actual 'némesis' del balear, Novak Djokovic.
Gracias a todo ello el mallorquín pudo firmar un buen cierre de 2015 en los que respecta a sensaciones, pues no dejó de ser el año más pobre en cuanto a resultados (sólo tres torneos, Buenos Aires, Stuttgart y Hamburgo), como demostraba la quinta posición en la clasificación mundial y la ausencia por primera vez de al menos un título en las categorías de Grand Slam y Master 1000. No obstante, la derrota ante Verdasco en la primera ronda de Australia vuelve a debilitar el halo de optimismo del español y su entrenador, de ahí que éste último hable ya abiertamente de la posibilidad de introducir alguna modificación en la preparación y el área técnica.2015 significó el primer año de la carrera de Nadal sin la consecución de al menos un título de Grand Slam o Masters 1000
Lo cierto es que las referencias en este sentido son claras para los Nadal. Casualidad o no, los cuatro primeros clasificados ATP en la actualidad ya recurrieron en su momento a cambios en el staff técnico, todos ellos con resultados muy positivos y con un denominador común, la inclusión de ex jugadores de éxito dentro de su equipo.
Uno de los aciertos más evidentes fue el de Andy Murray, vigente número 2 del mundo, quien en 2013 decidió contar con los servicios del legendario Ivan Lendl. El resultado fue nada menos que la consecución del ansiado Wimbledon y el ascenso al olimpo de los tenistas británicos tras suceder finalmente a Fred Perry, último jugador nacido en Reino Unido capaz de hacerse con el Grand Slam inglés allá por 1936. Murray quedó tan satisfecho con esta decisión que recurrió tras este histórico triunfo a la ex número mundial Amelie Mauresmo, su actual entrenadora, quien curiosamente se encuentra de baja por maternidad y está siendo sustituida por otro antiguo campeón, Jonas Björkman, lo cual demuestra la importancia que otorga Murray a la presencia de ex profesionales de la raqueta en su día a día.
Otro caso muy significativo es el del número 4 Stan Wawrinka, quien decidió dar un giro a su preparación a sus casi 30 años con el fichaje del ex jugador sueco Magnus Norman, finalista de Roland Garros en 2000, a quien debe las cotas más altas de su carrera, entre las que destacan el Open de Australia 2014 derrotando precisamente a Nadal en la final y el Roland Garros 2015, donde el suizo ofreció una exhibición ante la que nada pudo hacer Djokovic. Unos triunfos a los que el helvético ha sumado además una creciente confianza en los duelos directos ante los grandes que le ha otorgado la vitola de serio aspirante a cualquier torneo.
El compatriota más ilustre de Wawrinka, Roger Federer, destaca en cambio por su reciente tendencia a trabajar con antiguos jugadores. A pesar de que el talento del de Basilea no ha necesitado de ex tenistas para alcanzar el olimpo del deporte, esta leyenda viva del tenis no quiere perder la oportunidad, en la última etapa de su carrera, de recibir los consejos e indicaciones de otros que han pasado por su misma situación. Sin ir más lejos, Federer anunció recientemente la contratación del otrora número 3 del mundo Ivan Ljubicic, con quien coincidió sobre las pistas años atrás y que sustituye en su cuerpo técnico a otro antiguo jugador como Stefan Edberg.
El manacorí es el único integrante del actual 'Top 5' de la ATP que no cuenta con la presencia de un ex tenista dentro del staff técnicoPor último, es imposible pasar por alto la transformación de buen jugador a rey del tenis mundial experimentada por el indiscutible número 1 Novak Djokovic, un caso que además suena como perfectamente aplicable a Rafa Nadal debido a su desarrollo. Concretamente, el serbio continúa trabajando con su entrenador de toda la vida, Marian Vajda, a quien en 2013 se unió nada menos que el legendario Boris Becker. Bajo la batuta compartida por su preparador habitual y el alemán, Djokovic inició una escalada hacia la cima del ranking que dura ya más de un año y no vislumbra, a día de hoy, su final. No es descabellado pensar en una estrategia similar por parte del manacorí, que tendría así en su mano continuar con su tío y al mismo tiempo incluir una autorizada segunda opinión. 

Cercano a cumplir los 30 años , aún poseedor de toda su capacidad y sintiendo la motivación necesaria para seguir luchando por todos los títulos, como él mismo ha declarado, Rafa Nadal afronta un momento decisivo de su carrera en el que debe decidir si continúa con su actual método de trabajo a la espera de mejores resultados o bien decide realizar un cambio tomando nota del ejemplo que siguen con éxito algunos de sus compañeros para mantenerse en lo más alto del tenis mundial.