Un 'desconocido' contra Nadal

En los octavos de final de Wimbledon, Rafael Nadal contra Nick Kyrgios. Es un pulso que enfrenta a dos generaciones separadas por nueve años de edad. Frente a los 28 años del español, los 19 del australiano, un gigantón de 1,93m. que en segunda ronda levantó nueve bolas de partido ante Gasquet (el que más pelotas decisivas ha salvado en un encuentro de Grand Slam) y que de saque en saque (suma 76, más que nadie hasta ahora en el torneo) se ha fabricado un trampolín hacia los 100 mejores, donde estará cuando acabe el torneo, y la oportunidad de medirse contra el campeón de 14 grandes. El que gane ya sabe que tendrá que jugar dos días seguidos porque la organización del torneo decidió programar el encuentro el martes y el miércoles son los cuartos de final. Para el mallorquín y su equipo, el rival, el que menos edad tiene en todo el cuadro masculino, es todo un enigma por resolver.

“Soy medio griego, medio malasio”, explica Kyrgios porque su padre nació en Grecia y su madre en Malasia. “Mi madre me llevó al centro de tenis local en Canberra cuando tenía siete años, pero yo no estaba interesado. No quería jugar. No fue una mala elección. Ahora me gusta”, dice sonriendo. “También me encantaba el baloncesto. Fue bueno tener ese equilibrio con otro deporte mientras yo estaba creciendo. A los 14 años tuve que tomar una decisión y elegí el tenis”.
La elección destapó a un jugador brillante: el australiano ganó el trofeo en el Abierto de Australia junior en 2013 y el dobles en Wimbledon esa misma temporada, que acabó como líder del ránking que actúa como rampa de lanzamiento a la élite. Por el caminó levantó Challengers sobre cemento, hierba y tierra batida, síntoma de algo se cuece bajo ese corpachón. Un año después, Kyrgios será el jugador más joven del top-100 cuando acabe el tercer grande de la temporada. El vestuario ya sabe que tiene la carrocería (estatura, físico pulido después de rebajar su peso, palancas en sus brazos) para pelear por dejar huella en el futuro. Como los golpes le acompañan (un servicio descomunal y una derecha que es un martillo) y el carácter le protege, lleno de rabia y coraje como está, los rivales le han identificado rápidamente como un igual sin importar la juventud.
“Nunca pensé que iba a jugar con Nadal en los octavos de final de Wimbledon 19 años. Creía que me llevaría años y años de trabajo tener una oportunidad como esta”, relata el número 144. ”Es hierba, probablemente su superficie menos favorita. Los puntos son más cortos. Y mi saque va a ser una parte fundamental. Creo que puedo ganarle”, sentencia el australiano. “Mi meta es ser número uno del mundo. Es un largo viaje, lleno de subidas y bajas. Tengo que trabajar duro y hacer un gran esfuerzo, pero todo es posible”.
“Los jugadores jóvenes son muy peligrosos”, avisa Nadal, que el domingo se entrenó con Marc López durante más de una hora poniendo el acento en su posición al resto, subido sobre la línea de fondo, preparándose para lo que tendrá que hacer contra el australiano en octavos. “Tienen algo especial. Son capaces de jugar sin presión”, insiste. “No lo he visto 50 veces como a otros jugadores, así que no puedo hablar demasiado”, asegura. ”Casi no le conozco”, le sigue Toni Nadal, su tío y entrenador. “Le vi jugar un poco en Australia y aquí no lo he visto jugar ningún partido. Sé que saca muy bien porque he mirado sus números. Es un jugador peligroso”, sigue. “En Wimbledon todos los son, pero los que están dispuestos a jugar muy rápido lo son más. La pista iguala mucho los partidos y eso hace que se deciden en unos cuantos puntos. Lo que quieres es jugadores que te dejen jugar, no jugadores dispuestos a jugársela tan rápidamente”, cierra.
El mallorquín tiene de su lado la historia. Siempre que pasó la primera semana en Wimbledon llegó como mínimo a la final del torneo. Además, ningún joven ha sido capaz de derrotar al número uno en un grande desde el propio Nadal (con su victoria a Federer en Roland Garros 2005 cuando tenía 19 años y dos días) y solo un jugador con ránking tan bajo (144) se ha llevado por delante al español en toda su carrera (el sueco Johansson en estocolmo 2006, era el 690 mundial). Kyrgios, sin embargo, cuenta con la tranquilidad de saber que no tiene nada que perder y atacará su suerte en el encuentro espoleado por la gallardía de la lozanía. En Londres, un perro viejo ante un cachorro rebelde.
 
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