El Sevilla, con Europa más lejos que en la última década

Si el Sevilla continúa con Europa entre ceja y ceja es porque conserva el carácter ambicioso que, en la última y reciente época dorada, ha permitido que su nombre centelleara por el viejo continente, y, al tiempo, le generó un nivel de exigencia que ahora mismo el equipo no alcanza.

La realidad es evidente, pero el Sevilla no se rinde y sigue mirando al sexto puesto; entre otras cosas, porque es consciente de que en una Liga tan irregular en la que todos los mortales tropiezan continuamente las plazas europeas seguirán abiertas y sin dueño hasta el final.
Sin embargo, la perspectiva se vuelve menos optimista considerando los datos del pasado reciente. No ya pensando en que el Sevilla tiene que ganar la gran mayoría de los once partidos restantes, sino teniendo en cuenta que Europa está más lejos, incluso, que cuando Marcelino García fue destituido, y, un dato más llamativo, más lejos que nunca en esta década, desde que el conjunto hispalense regresó a la Primera División en la temporada 2001-02.
Seis puntos separan ahora mismo al Sevilla, duodécimo, de Osasuna, sexto (los mismos lo separarían del Español si el conjunto de Pochettino vence este lunes al Racing). En la era Del Nido, los nervionenses no conocían esta distancia con las plazas privilegiadas a estas alturas del Campeonato. Y ello pese a que en las diez últimas campañas, con 27 partidos disputados el Sevilla se encontraba fuera de Europa la mitad de las veces.
En el curso de su vuelta a la élite, en 2002, el Sevilla era décimo, con 38 puntos, pero sólo a cuatro del sexto, el Celta de Vigo. Finalmente, concluyó octavo en la Liga. Un año más tarde, era séptimo y estaba empatado a 39 puntos con el Atlético de Madrid, que entonces marcaba el límite, aunque concluyó décimo. En la temporada 2003-04, 38 puntos tenía el Sevilla y lo separaban tres del Atlético; finalizó sexto y fue un preludio magnífico de su inmediata exitosa etapa. En adelante, siempre ocupó posiciones para acceder a las competiciones continentales.
En 2005 y en 2006, ya era sexto a falta de once partidos. Y, como apunte positivo en relación a lo que ocurre actualmente, el Sevilla le sacaba nueve y catorce puntos al Málaga y el Español, respectivamente, duodécimos en éstas campañas. Una distancia mayor que la que tiene que superar el conjunto entrenado por Míchel para conseguir su difícil objetivo. 
En las otras dos temporadas en que el Sevilla no pisaba zona europea a estas alturas, en ambos casos era séptimo con el Español marcando la frontera, igualados a puntos en 2008 y separados por dos puntos en 2011, el año pasado, con Gregorio Manzano en el banquillo. Ambas veces consiguió el Sevilla clasificarse quinto y entrar en Europa.
Antes de enfrentarse a Osasuna, las estadísticas decían que el objetivo, teniendo en cuenta gestas pasadas, era factible. El Sevilla ya había superado obstáculos peores. Sin embargo, se encuentran los de Nervión en una situación nueva, con Europa al alcance pero más lejos en puntos que en la última década, incluso con el equipo recién ascendido en la 2001-02, cuando contaba con 38 puntos en la jornada 28.
Las próximas jornadas serán determinantes (pese a que los dos siguientes duelos, ante el Racing y el Granada, serán lejos del Sánchez-Pizjuán), puesto que el tramo final del Campeonato será aun más duro y el Sevilla, si quiere mantener sus opciones, debe acelerar la marcha cuanto antes, contra rivales a priori algo más asequibles pero que ya le pusieron en dificultades en la primera vuelta. Quedan duelos difíciles, pero para que la ambición de aspirar a Europa sea real debe sentirse el Sevilla con la mentalidad de un grande y la capacidad de resolver cualquier enfrentamiento con éxito. El reto, qué duda cabe, es de envergadura.