El Deportivo, salvado con mucho sufrimiento
El Deportivo ha salvado a contracorriente, de milagro, una temporada de sufrimiento en el césped y en la grada, de enorme dificultad para sellar la permanencia y de fractura social que se agravó con el fallecimiento del hincha coruñés Francisco Javier Romero Taboada, 'Jimmy', el 30 de noviembre en Madrid Río en una reyerta con el Frente Atlético.
La temporada fue ajetreada y convulsa desde el principio, solo unas semanas después de haber logrado el ascenso a la Liga BBVA y todavía en pleno proceso de cambio institucional después de que en enero Tino Fernández ganara las elecciones al Consejo de Administración en el que Augusto César Lendoiro había estado 25 años.
El presidente aún no había conquistado a toda la afición cuando tomó una decisión impopular: echar al entrenador del ascenso, Fernando Vázquez, a solo unos días de la pretemporada.
El técnico al que se había abrazado tras el ascenso y que había sido contratado por Lendoiro, fue despedido por sus críticas a la política de fichajes del club durante una charla coloquial en un campus de niños en la localidad coruñesa de Arzúa.
Hablar de fichar a "la opción 5, 6 o 7" fue la gota que colmó la paciencia de la directiva del Deportivo, que confió el equipo a Víctor Fernández, quien fue presentado el 10 de julio y comenzó la pretemporada tres días después.
En su presentación ya había pronosticado "un año complicado" porque tenía que "reconstruir" al equipo y afirmó que, además de "actitud y ganas", iba a necesitar "acierto".
Y eso fue lo que faltó tanto en la construcción de la plantilla, en la que el Deportivo apuntó a jugadores como el griego Mitroglou, Bojan Krkic y el argentino Brino Zuculini, pero acabó de confeccionar al equipo a última hora y sin esas perlas a las que aspiraba, como en el césped.
En el terreno de juego, el equipo arrancó con muchas dudas, aún en cimientos, y Víctor Fernández empezó pronto a estar cuestionado.
Tanto, que a las ocho jornadas ya estaba amenazado de destitución, pero el Deportivo, que en el cuarto partido se llevó la peor goleada de su historia como local (2-8 ante el Real Madrid), superó al Valencia (3-0) y Víctor siguió al frente con un equipo más sólido gracias, en parte, a la gran figura de la temporada, el portero Fabricio Agosto, que sustituyó al argentino Lux y fue salvador.
A los resultados deportivos y cierta tensión social se sumó la trágica pérdida de un miembro de Riazor Blues, Jimmy, en una pelea multitudinaria en Madrid Río horas antes del partido ante el Atlético de Madrid el 30 de noviembre.
El Deportivo respondió cerrando la grada donde se ubican los ultras y otros aficionados un par de partidos y el presidente tachó a los Blues de "marca maldita", algo que no le han perdonado.
La confrontación con los ultras agravó la herida social abierta entre 'tinistas y lendoiristas', y el clima era insostenible: "un ambiente de destrucción" que nunca antes había vivido Víctor Fernández, quien seguía intentando dar con la tecla en el banquillo.
Mejoró el Deportivo después de Navidad, entre finales de enero y principios de febrero encadenó dos triunfos por primera vez en la temporada, y ganó vida antes de iniciar la peor serie sin victorias de toda su historia en Primera.
La racha le costó el puesto a Víctor Fernández el 8 de abril tras haber empatado ante el Córdoba (1-1) en el estadio de Riazor y enlazar ocho partidos sin ganar, aunque el equipo estaba fuera del descenso.
Quedaban ocho jornadas por delante y el consejo de administración, dio un giro brusco con una apuesta de cierto riesgo que le salió bien: la contratación de Víctor Sánchez del Amo.
La conexión con la grada que nunca había tenido su antecesor la logró el madrileño en las primeras horas de su estreno como entrenador oficial de un equipo profesional.
Víctor Sánchez, que había acompañado a Míchel González en Getafe, Sevilla y Olympiacos, afrontaba una aventura en el equipo al que había defendido con éxito como jugador.
El exfutbolista conectó con la grada y con el equipo, logró que el Deportivo compitiera en todos los partidos salvo ante el Elche (4-0), pero aún así el equipo no era capaz de encontrar el camino de la victoria.
Tras el desastre de Alicante, empató con el Villarreal en la jornada 35 y se aferró a la vida en Bilbao en el último suspiro gracias a un gol de Alberto Lopo en un partido en el que le habían anulado por falta un tanto legal (1-1).
Después de catorce encuentros sin triunfo, el Deportivo rompió la serie en el penúltimo partido, ante el Levante (2-0), resultado que le permitía depender de sí mismo en la jornada decisiva, en la que visitaría al Barcelona, recién proclamado campeón, en el Camp Nou.
La victoria aseguraba la permanencia, el empate le obligaba a depender de otros, la derrota le acercaría al pozo, ese en el que estuvo desde el minuto 5 de partido hasta que el acierto de Lucas Pérez y el portugués Diogo Salomao y las paradas de Fabricio le rescataron (2-2) para llevar al deportivismo al éxtasis.
