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La despedida de Beitia marca un año agridulce

La despedida de Beitia marca un año agridulce

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José Antonio Diego / EFE

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La despedida de Ruth Beitia, la mejor atleta nacional de todos los tiempos, marcó un año agridulce para el atletismo español, que regresó de Londres sin medallas por primera vez en la historia de los Mundiales.

El Premio al Juego Limpio, concedido por la IAAF a la saltadora cántabra por el trato cariñoso que dio, en plena pista, a la italiana Alessia Trost (eliminada en la calificación), fue el único trofeo que se trajo la expedición española de la capital británica.
El destino reservó a Ruth un adiós tan doloroso como a Usain Bolt. La plusmarquista española, que en febrero había conseguido en los Europeos bajo techo de Belgrado su decimoquinta medalla internacional, cerró su trayectoria con el duodécimo y último puesto en la final mundialista con un salto de 1,88, una altura que ya saltaba hace diecinueve años.
Desde su oro olímpico en Río, colofón a una temporada gloriosa en la que obtuvo también su tercera corona europea, el cuerpo de Beitia había dado muestras de agotamiento. Llegó tocada a Londres y en competición se dio de bruces con la realidad.
El 18 de octubre, entera pero al final entre lágrimas, anunció en Santander lo que el atletismo español llevaba años temiendo: su retirada. La segunda, porque en 2012, decepcionada por su cuarto puesto en los Juegos de Londres, cuando acariciaba la medalla, ya pronunció un adiós del que se desdijo unas semanas después.
Quince medallas internacionales, dos Ligas de Diamante y 29 títulos nacionales en 28 años resumen la fértil trayectoria de la primera dama del atletismo español, que se va con el rango más elevado posible: campeona olímpica.
El mismo 12 de agosto en que se despidió Bolt, se fue también la más grande del atletismo español. Beitia, 65 veces internacional, atesora una combinación perfecta para triunfar en el deporte: calidad y garra competitiva, dos cualidades cultivadas durante 27 años por el maestro Ramón Torralbo, su 50 por ciento.
Su entrenador atribuye una gran importancia a la "medalla de chocolate" con la que Ruth salió de los Juegos de Londres, porque aunque fue triste en su momento, también fue un acicate para continuar y "gracias a ello", pudo cosechar sus mejores resultados.
El presidente de la Federación Española, Raúl Chapado, define a Ruth como "la más grande" en la historia de este deporte en España, y el director técnico, Ramón Cid, como "excelente atleta, buena amiga, comprometida con la selección, y además canta bien".
El año atlético sacó a España por primera vez de un medallero mundialista, aunque Chapado, satisfecho con la capacidad competitiva, advierte que "los números españoles en Londres fueron muy superiores a los de Río".
España llegó a Londres con un solo atleta entre los ocho primeros del ránking (Eusebio Cáceres en longitud) y volvió con cinco finalistas, doce entre los doce mejores, doce mejores marcas personales y tres récords de España.
El cuarto puesto del campeón de Europa de 3.000 bajo techo, Adel Mechaal, en la final de 1.500, batiéndose hasta el último metro con el noruego Filip Ingebrigtsen, fue el mejor resultado entre los 56 atletas españoles en los Mundiales de Londres.
Mechaal, nacido en Jebha (Marruecos), compitió en virtud de la resolución del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) que anuló la sanción de 15 meses que le impuso la Agencia Española Antidopaje (AEPSAD) por tres supuestos controles de dopaje fallidos.
El quinto puesto del relevo 4x400 con nuevo récord de España (3:00.65) puso un broche brillante a la actuación española. El cuarteto formado por Óscar Husillos, Lucas Búa y Darwin Echeverry y Samuel García estuvo durante casi toda la carrera en el cuarto puesto y sólo cedió una plaza al final.
España terminó fuera del medallero por primera vez, y en la clasificación por puntos, con un cuarto (Mechaal), un quinto (4x400), dos séptimos (Orlando Ortega en 110 m vallas y Ana Peleteiro en triple) y un octavo (Álvaro Martín en 20 km marcha), en el puesto 29, retrocediendo uno con respecto a Pekín 2015.
El atletismo español ofreció este año una impresión notable en cross, en los Europeos en pista cubierta, en trail (campeones del mundo), en el Mundial juvenil (sobre todo el oro de María Vicente), y en la Eurocopa (quintos en lista conjunta de hombres y mujeres).
La ausencia de metales en Londres permitió que, veinticinco años después de que el subcampeón olímpico Antonio Peñalver estrenara el trofeo José Luis Alonso "Al atleta español del año" (hombre o mujer), otro decatleta, Jorge Ureña, recibiera el galardón.
Ureña, de 24 años, subcampeón de Europa y plusmarquista español de heptatlon (6.249 puntos), sucedió a Ruth Beitia en el historial, después de haber sido noveno en el Mundial de Londres y haber mejorado este año su marca personal en longitud (7,62), peso (14,36), altura (2,10), 400 (48.72) y 1.500 (4:24.12).

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