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El adiós de una campeona olímpica

El adiós de una campeona olímpica

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La saltadora de altura Ruth Beitia ha anunciado su retirada. Con quince medallas internacionales, dos Ligas de Diamante y 29 títulos nacionales a sus espaldas, la cantabra ha decidido poner fin a su carrera desde el rango más elevado posible: campeona olímpica.

 
La campeona olímpica Ruth Beitia ha anunciado, que a sus 38 años, se retira.  Según ha confesado, su cuerpo, después de haber aguantado los numerosos entrenamientos intensivos en más de dos décadas ha dicho basta, ya que las numerosas fracturas que ha sufrido los últimos meses le han indicado que debe abandonar el máximo nivel.
En la final de los Mundiales de Londres disputó su última competición, donde a pesar de las lesiones, logró clasificarse quedando en última posición. Sin embargo, la IAAF le entregó el trofeo Fair Play por el cariñoso trato que dedicó en plena pista a su rival Alessia Trost cuando la italiana lloraba su eliminación en la calificación de altura.
Así, ha sido en Londres de nuevo donde la cantabra ha vuelto a comunicar su retirada. Ocurrió, la primera vez, después de los Juegos Olímpicos de 2012, desilusionada cuando en el último momento se le escapó la medalla. Pero fue un adiós efímero, de apenas dos meses. Ramón Torralbo, su entrenador, hizo que volviese al trabajo consiguiendo en estos cinco años de propina se alzase con todos los ochomiles del deporte, hasta ceñirse el laurel olímpico en Río. Desde ese momento, ha conseguido los mejores logros de su vida: campeona olímpica, tres veces campeona de Europa, una medalla de bronce en un Mundial y dos Ligas de Diamante.
Beitia, la menor de cinco hermanos, mamó el atletismo desde que nació, el 1 de abril de 1979. Su padre ejercía como juez en las pistas y fue el primer olímpico de la familia, en Barcelona'92. Además, todos sus hermanos, con mayor o menor aprovechamiento, han practicado el atletismo. Con tan solo 8 años Ruth ya empezó a entrenar con su hasta ahora entrenador, Torralbo, el hombre que la inició en la disciplina del salto de altura después de una primera etapa como corredora de cross. "Me lo ha enseñado todo sobre el atletismo desde que me cogió de la mano con sólo 8 años", ha recordado Beitia.
Su carrera deportiva ha sido larga y consistente, ha conseguido la medalla olímpica de oro a sus 37 años, con una marca normalita (1,97) y tiene el récord de España en 2.02. Porque como declaró Beitia en un tuit el 11 de agosto de 2016, víspera de la final olímpica de Río. "a veces los sueños se cumplen". Además, también tiene sus manías como ha confesado en el Libro "A por Más". "Me divierte hablar con el listón, me sirve como refuerzo positivo para pasarlo. Unas veces le hablo sobre un aspecto técnico, otras como forma de motivación generalizada. Venga, vamos. El listón es mi amigo. Vamos, Ruth, tú puedes. Aguanta un poco el hombro, tira de la (pierna) libre. Siempre refuerzos positivos para saltar", ha relatado.
Hubo un momento en que se disputaba con Marta Domínguez el título honorífico de mejor atleta española de todos los tiempos, pero primero la caída en desgracia de la palentina (por anormalidades en su pasaporte biológico) y luego la catarata de medallas que obtuvo en sus últimos años inclinó definitivamente la balanza de su lado.
Beitia, 65 veces internacional, la gran capitana de la selección española, atesora una combinación perfecta para triunfar en el deporte: calidad y garra competitiva. Su diccionario no contiene la palabra apocamiento. Además, sus entrenamientos no son solo físicos, trabaja desde los 21 años con la psicóloga Toñi Martos, que le ha enseñado a canalizar los estados de ansiedad y a disfrutar en la pista en pleno estrés competitivo. Le ayudó mucho a tragar la amarga píldora del cuarto puesto en los Juegos de Londres, como lo hizo el resto de su equipo multidisciplinar, del que forman parte también un fisioterapeuta, un masajista, su representante  y, por supuesto, Ramón Torralbo, profesor del área de Educación Física en la Universidad de Cantabria.
Desde hace años se había convertido ya en "la abuela" entre la elite mundial y ha mantenido una relación cordial con sus rivales, con una sola excepción, la croata Blanka Vlasic, que a su juicio se sentía "la reina del mambo". Beitia ha ido jubilando a tres generaciones de atletas, saltando todos los años en torno a los dos metros. No ha necesitado elevar su nivel. La guerra contra el dopaje ha hecho que muchas de sus rivales descendiera al suyo y se hicieran más accesibles. "Yo no me he movido, son ellas las que han bajado a mi nivel", ha explicado.
A lo largo de su dilatada carrera deportiva ha disputado 31 finales en alta competición: 3 olímpicas, 14 mundiales -6 al aire libre, 8 en sala- y 12 europeas (5 a la intemperie, 7 a cubierto), y ha ganado quince medallas.
Por su parte, Torralbo ha manifestado que ignora cuando volverá a tener en su grupo a una atleta como ella, con semejante capacidad de trabajo unida a sus condiciones físicas y psíquicas. Ruth siempre quiso hacer más de lo que su entrenador le pedía. Nunca dijo no a sus propuestas. Siempre se movió entre la constancia, el esfuerzo y el sacrificio, pero, además, ha disfrutado del deporte.

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